“De
sobra se que lo que va a comenzar para nosotros ahora es un calvario.
Dispuestos hemos de estar a coger y a llevar nuestra cruz. A Uds., que han
querido espontáneamente batir la masa y afrontar conmigo las más difíciles
situaciones, los he llamado para plantearles ahora con crudeza el problema tal
cual es. Si los convido en este momento a continuar la tarea, no quiero que
alguno este engañado acerca del alcance que tiene la invitación: los convido a
sacrificar su vida para salvar a México. Siento la sagrada obligación de no
engañar, yo, que soy aquí el responsable de la decisión de todos. Si me
preguntará alguno de Uds., que sacrificio le pido para sellar el pacto que vamos a celebrar, le
diría dos palabras: TU SANGRE. El que quiera seguir adelante, deje de soñar con
curules, triunfos militares, galones, brillo, victoria y dominio sobre los
demás. México necesita una tradición de sangre para cimentar su vida libre de
mañana. Para esa obra está puesta mi vida y para esa tradición les pido la
vuestra.”
(Anacleto González Flores.)
El notable escritor católico -que se oculta bajo, el seudónimo de Jorge
Gram- imagina al Dr. Magallanes, animoso soldado de Cristo, haciendo consigo
mismo estas reflexiones: "tengo la convicción de que el pueblo mexicano
será feliz mientras se mantuviere católico; y sé que, la pérdida de esta fe lo
arrastrará a la más espantosa de todas las hecatombes" Estas palabras de
Gram encierran una triste verdad. El pueblo mexicano vivió alegre y feliz en la
fidelidad a su catolicismo; pues, como afirma Octavio Paz: "desde la
segunda mitad del siglo XVI hasta finales del siglo XVIII, la Nueva España FUE
UNA SOCIEDAD ESTABLE, PACIFICA Y PROSPERA".
Pero las fuerzas del mal, que odiaban a Jesucristo, no podían soportar
aquella tranquilidad y entusiasmo religioso y resolvieron desencadenar la
disensión con la diabólica pretensión de simplemente ¡ANIQUILAR LA RELIGION
CRISTIANA Y DE RRUMBAR DE SU TRONO A LA VIRGEN DE GUADALUPE! Tres son, según
decía "el Maestro" González Flores, en México, Y EN TODO AMERICA, los
grandes enemigos de la Iglesia de Jesucristo, por orden cronológico: "El
Protestantismo, la Masonería y la Revolución"; a lo que Valdés añade:
"los tres en consorcio con el Liberalismo". Los tres juraran guerra a
muerte a la fe sagrada de nuestros padres. Los tres juraran matar el
Catolicismo. Los tres juraran matar la Iglesia de Dios y acabar con los
católicos. Anacleto, llamado por los suyos "EL MAESTRO" fue bravo
soldado en la lucha contra aquellos tres poderes maléficos, y terminó siendo
por ellos asesinado en 1927. ¡Anacleto! ¡Presente! Los enemigos de Jesucristo
soñaron durante casi dos siglos expulsarlo de éste su Reino, en Iberoamérica.
"En realizar este sueño emplearán todos los medios a su alcance.
Derrotados siempre, por especial protección de la Providencia, vuelven al
ataque, sin darse nunca por vencidos".
La Masonería en una Convención en Buenos Aires, establece en el Art. 5°
de sus Resoluciones que: "combatirá por todos los medios el establecimiento
y las actividades de las Congregaciones religiosas y coordinará sus esfuerzos,
para su expulsión de la América Hispana"; y en los arts. 6° y 10° dejan
ver claramente que la meta a que se encaminan es a la DESTRUCCION DE LA IGLESIA
Y DEL PAPADO". Un autor alemán sintetiza con exactitud los factores de las
perturbaciones religiosas de México: "en la persecución religiosa del
Gobierno Mexicano, llevada a efecto de acuerdo con la ideología y métodos bolcheviques,
ACTUARON COADUNADOS: EL COMUNISMO, LA MASONERIA y LAS SECTAS PROTESTANTES, con
la tácita colaboración de un silencio mortal o de calumnias de la gran prensa
liberal del mundo civilizado". Y Esquivel Obregón hace notar también que
la revolución de la Independencia en México, lo mismo que en los demás países
de América española, "fue un movimiento sugerido, inspirado y fomentado
con mucha más anticipación de la que generalmente se ha creído: que detrás de
ese movimiento SE HALLABA LA MASONERIA JUDAICA que movía a Francia y a
Inglaterra con miras ulteriores en favor de los Estados Unidos, NUEVA PATRIA
ESCOGIDA POR ISRAEL". A los ataque de las logias de América a la Iglesia
Católica sumáronse las embestidas de la Masonería europea. En 1924 "el
Consejo Supremo Masónico, celebrado en Ginebra -ciudad simbólica- se acordó
iniciar una nueva etapa de la descatolización violenta de Iberoamérica Y
ESCOGIO A DIARIO MASONICO, Caracas, No. 10; MEXICO, como el primer escalón,
como laboratorio de experiencias".
En 1913, asesinado el Presidente Francisco I Madero, que derrumbara en
1911 el Gobierno del General Porfirio Díaz, tomó el poder con general aplauso
del pueblo, el General Victoriano Huerta, ya antes aquí mencionado. Mas al
mismo tiempo el General Venustiano Carranza, Ministro de Guerra y Marina con
Madero, a la muerte de éste, formula el "Plan de Guadalupe" en el que
no reconoce la Presidencia de Huerta, y así inaugura su marcha victoriosa como
Jefe del Ejército Constitucionalista, llamado con este nombre por reivindicar
la Constitución de 1857. Aconteció entonces lo siguiente: como la Constitución
de 1857, con la cual había de gobernar Huerta, era extremadamente sectaria,
promulgada que había sido "con el fin principal de despojar a la Iglesia y
descatolizar al pueblo mexicano Huerta, católico practicante, no se sentía a
gusto y, aprovechando la apertura de las sesiones del XXVI Congreso de la
Nación, con vibrante emoción, dirigió a los congresistas estas palabras:
"concluida la ceremonia oficial, voy a dirigiros dos palabras y espero que
si traspaso ese límite, me perdonéis. No os titulo senadores y diputados, sino
hermanos míos; estamos en presencia de la República, en presencia de... ¡qué
digo, de la humanidad! ni de la humanidad, estamos en presencia de Dios.
Declaro que soy liberal de convicciones, pero soy también extraordinariamente
religioso y por ello creo que Dios es un poderoso elemento para damos no sólo
fuerzas morales, sino fuerzas físicas" De este bello libro de Barquín y
del tomo III de la HISTORIA DE MEXICO, de Bravo Ugarte, tomo buena parte de los
datos históricos que antecedieron a la CRISTIADA. Esta declaración paladina y
solemne de su creencia en Dios, siendo como era Presidente de la Nación,
significaba un acto de repudio enteramente oficial, del laicismo liberal del
Estado. El pueblo aplaudió con entusiasmo y. en los alrededores del congreso la
multitud se aglomeraba batiendo palmas. Había sin embargo, en el congreso
muchos diputados masones militantes, que se mostraron luego hostiles e irreconciliables
con el nuevo Presidente. Pocos días después una comisión de masones mejicanos y
norteamericanos visitó al Presidente Huerta y le propuso que: si se afiliaba a
la Masonería, los masones se comprometían a que saliese victorioso en las
próximas elecciones, y que el Gobierno de los Estados Unidos lo reconocería y
sustentaría. Huerta recusó categórico la invitación y sacando del pecho un
pequeño escapulario de la Virgen del Carmen, dijo a los masones: "ésta es
mi insignia que nunca cambiaré por emblemas masónicos, pues estoy resuelto a
vivir y morir como católico. Este episodio de la Masonería, convidando a
Victoriano Huerta a inscribirse en la Masonería .con la promesa de victoria en
las elecciones, nos trae a la memoria el caso del Rey Alfonso XIII de España
que, destronado por los republicanos, vivía exiliado en Roma: una comisión
masónica fue hacerle una visita para convidarlo a integrarse en la Masonería
CON LA PROMESA DE REINTEGRARLO EN EL TRONO, Don Alfonso rechazó con vehemencia
la propuesta, diciendo que "jamás iría a pactar con la Masonería, por
entender que ésta era radicalmente opuesta a su fe católica". También él,
algunos años antes, de modo semejante a como procedió Huerta, había consagrado
a España al Sagrado Corazón de Jesús. A uno y otro -Huerta y Alfonso XIII-
Jesús los premió dándoles firmeza en la fe hasta su cristiana muerte.
Notemos además que, como observa un diplomático argentino, bien
informado: "La persecución religiosa en México está íntimamente
relacionada con las pretensiones de dominio yankee en México y en América del
Sur. Apenas se conoció en los Estados Unidos esta actitud del Presidente
Huerta, una comisión de masones yanquis, aprovechándose de la disidencia de
Venustiano Carranza, adversario de Huerta y feroz enemigo de la Iglesia, fue
luego a conferenciar con él y con su apoyo, comenzó a formalizarse y
recrudecerse dando señales de un anticatolicismo virulento y sanguinario:
"atizado por el judaísmo masónico internacional, llegó a martirizar a
muchos sacerdotes, con el júbilo exultante del ególatra judío, masón Woodrow
Wilson, Presidente puritano de los Estados Unidos, que sólo confraternizaba con
los que se mostraban hostiles al clero católico.
Nada de sorprendente encierra esta hostilidad de la masonería
mexicano-yanqui contra Victoriano Huerta, si consideramos que el Presidente
mexicano había proclamado solemnemente su fe en Dios, en pleno recinto parlamentario;
se había rehusado a ingresar en las logias porque eso era opuesto a su fe
católica; "y combatía la revolución satánica, judaica y masónica mundial,
en México, encarnada en la rebelión constitucionalista de Carranza, FOMENTADA
POR EL JUDAISMO MASONICO INTERNACIONAL, CUYO FIN PRINCIPAL ERA LA NEGACION Y LA DESTRUCCION DEL REINADO DE CRISTO EN
MEXICO" Finalizada esta última
pretensión, que no se limitaba a México, aunque allí en el caso, presentase
mayor violencia, pero que era y continúa siendo el sueño y suprema aspiración
del Maligno contra los pueblos todos de la GRANDE COMUNION HISPANICA, que
durante tantos siglos, se mantuvieron
fieles al imperio de Cristo y de su Madre Bendita. Victoriano Huerta, que había logrado formar un
Gobierno estable, conquistara la confianza y el aplauso de todos los elementos
sanos de la Nación, inclusive de los residentes norteamericanos, y que
restableciera el orden en todo el País, se vio de súbito, por causa de su
ostensiva profesión de fe católica, acosado y combatido por elementos
implacables, insuflados por las sectas. De un lado por los revolucionarios
Carranza y Pancho Villa, respaldados por el Gobierno de los Estados Unidos; y
de otro, por el propio Presidente de esta Nación. Con efecto, Wilson, sin previa declaración de
guerra, ni para ello tenía motivo alguno, con evidente desprecio de las normas
de derecho internacional, simplemente por ser más fuerte -QUIA NOMINOR LEO- ordena el ataque y ocupación del puerto pacífico
de Veracruz. Con desfachatez indigna de cualquier Gobernante serio, declaraba
Franklin Lane, miembro del Gabinete wilsoniano: "no fuimos a Veracruz para
obligar a Huerta a que saludase nuestra bandera, sino para mostrar a México que
hablábamos en serio al EXIGIR (¡qué insolencia y desafuero!) que Huerta abandonara la Presidencia. El
Gobierno de los Estados Unidos le había ordenado (!) que se marchara, y él
debía hacerla". Los marines
yanquis, de hecho, ocuparon la pacífica ciudad y bloquearon el puerto: "Grandes
DREADNOUGHTS –acorazados informa una historiadora yanqui, destroyers, torpederos
y todo lo que es imaginable en navíos casi en número de 80, ¿y para qué? pues
para apartar a un experto e inteligente indio, de un lugar y de un cargo que
había demostrado egregiamente ser capaz de desempeñar". Huerta había dado
abundantes muestras de ser un bueno y digno gobernante, mas las poderosas
fuerzas revolucionarias lo derribaron. Para evitar mayores males a su País, el
15 de julio de 1914, Huerta convocó el Parlamento y presentó la renuncia a la
Presidencia de la República. Embarca luego para Europa. Al año siguiente,
regresando de España, se dirigió a los Estados Unidos, DONDE FUE PUESTO EN
PRISION (!) en El Paso, Texas. Allí,
sintiéndose enfermo, hizo las paces con Dios por medio del P. Joyce, capellán
de aquel campo. Su muerte, a 13-1-1916, fue cristianamente ejemplar.
"Muero en paz con Dios y con los hombres. Perdono a todos los que me
ofendieron, muy de veras al Presidente de los Estados Unidos, porque nunca
comprendió, y pido perdón a todos los que yo he ofendido. Lo demás se lo dejo a
Dios, en cuyas manos pongo mi pobre familia". Sus Últimas palabras fueron:
"si se saca algún dinero de cualquier cosa que yo posea, denles su parte a
los pobres". Con referencia a la Masonería en general, escribió un día el
grande tribuno y analista político sin par, Vázquez de Mella estas palabras:
"La logia masónica es el atrio de la sinagoga judaica. De los consistorios
israelitas salió la Masonería, como lo demuestran con datos abundantes los
historiadores modernos de la secta, y como lo revelan los símbolos, y hasta los
nombres que reciben los principales dignatarios de su jerarquía". A este
respecto escribe un diligente estudioso de las fuerzas secretas mundiales: "cada
logia debe ser un símbolo del Templo Judaico, cada maestro en funciones, un
representante del Rey Salomón y cada masón una personalidad característica del
obrero judío"
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