MARTES
DE LA SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA
Se celebra la Estación en la Iglesia de Santa Balbina.
COLECTA
Suplicámoste, Señor, completes
benigno en nosotros el auxilio de la santa observancia: para que, lo que, con
tu gracia, hemos visto que debíamos obrar, lo hagamos con tu ayuda. Por el
Señor.
EPISTOLA
Lección del libro de los Reyes.
En
aquellos días habló el Señor a Elias Tesbita, diciendo: Levántate, y vete a
Sarepta, la de los sidonios, y allí permanecerás: porque he mandado allí a una mujer
viuda que te alimente. Se levantó, y se fué a Sarepta, Y, cuando llegó a la
puerta de la. ciudad, se encontró con una mujer viuda, que recogía leña, y la llamó
y le dijo: Dame en un vaso un poco de agua, para que beba. Y, cuando ella iba a
traérsela, gritó detrás de ella, diciendo: tráeme también, te lo suplico, un
bocadillo de pan en tu mano. Ella respondió: Vive el Señor, tu Dios, que no
tengo más pan que un puñado de harina en la orza, y un poco de aceite en la
alcuza: heme aquí recogiendo dos palos, para entrar y aderezarlo para mí y para
mi hijo, para que lo comamos, y nos muramos. A lo cual dijo Elias: No temas,
sino vete, y haz como has dicho: pero hazme primero a mí un panecillo, cocido
al rescoldo, y tráemelo: y después harás (otro) piara ti y para tu hijo. Porque
esto dice el Señor, Dios de Israel: La orza de harina no escaseará, ni la
alcuza del aceite se disminuirá hasta el día en que el Señor diere lluvia sobre
la faz de la tierra. Ella se fué, e hizo como le dijo Elias: y comió él, y
ella, y su casa: y desde aquel día, la orza de harina no escaseó, ni menguó la
alcuza del aceite, según la palabra que el Señor había dicho por boca de Elias.
EL PROFETA ELIAS. —
Prosigue la instrucción de los catecúmenos con el relato de los episodios evangélicos
que se van desarrollando de día en día; y continúa la Iglesia tomando del
Antiguo Testamento los relatos proféticos que se realizarán en la maldición de
los judíos y vocación de los gentiles. Hoy nos sale al paso Elias, el
misterioso personaje que fielmente nos acompaña en la carrera cuaresmal; él
pone en práctica los juicios que Dios ejercerá un día sobre su ingrato pueblo.
Una sequía de tres años hizo agonizar el reino de Israel sin que añorara éste
convertirse al Señor. El mismo Elias se ve obligado a buscar a alguien que
quiera alimentarle. Alimentar al profeta de Dios es gran privilegio, porque
Dios está con él. Este varón milagroso ¿se dirigirá por ventura a una casa
cualquiera del reino de Israel? ¿Pasará a la tierra de Judá? No; se vuelve hacia
la región de los gentiles y va al país de Sidón, a Sarepta, a casa de una pobre
viuda y hacia esa humilde mujer desvía la bendición de Israel. El Señor mismo
hace notar esta circunstancia en que tan visiblemente se significa la justicia
de Dios contra los judíos y su misericordia para con nosotros. "En verdad
os digo que había muchas viudas en Israel en tiempo de Elias y con todo, a
ninguna de ellas fué enviado (Elias) sino a la viuda de Sarepta, en tierra de Sidón'".
DESOLACIÓN DEL MUNDO PAGANO. — Esta
mujer es tipo de la gentilidad llamada a la fe. Veamos, pues, las lecciones tan
notables que nos ofrece esta simbólica historia. Se trata de una viuda sin apoyo,
sin protección; es la gentilidad abandonada y sin que nadie la defienda contra
el enemigo del linaje humano. Para el sustento de la madre y del niño no hay
más que un puñado de harina y un poco de aceite; después tendrán que morir;
figura de la espantable carestía de verdades que sufría el mundo pagano, cuya
vida estaba a punto de extinguirse cuando fué anunciado el Evangelio. En este
supremo apuro, la viuda de Sarepta recibe al Profeta con toda humildad y
confianza; no duda de su palabra y ella y su hijo son salvos. Así acogió la
gentilidad a los apóstoles, cuando sacudiendo ellos el polvo de sus sandalias, se
vieron forzados a volver la espalda a la infiel Jerusalén.
EL PAN DE VIDA. — Vemos a
la viuda con dos palos de leña en las manos; esos dos trozos de leña, según el
parecer de San Agustín, San Cesáreo de Arlés y San Isidoro de Sevilla, eco de
la tradición primitiva cristiana son figura de la Cruz. Con esa leña cuece la
mujer el pan que ha de sustentarla porque de la Cruz les viene a los gentiles
el alimento y la vida por Jesucristo que es el pan vivo. Mientras Israel sufre
carestía y sequía, la Iglesia de los gentiles no ve agotarse en su seno ni la
harina del trigo celestial ni el aceite, símbolo de fuerza y dulzura. ¡Gloria
sea dada a Aquel que nos ha llamado del seno de las tinieblas a la
admirable luz de la fe!\ Temblemos, no obstante, a vista de las calamidades
que el abuso de las gracias acarreó a todo un pueblo. Si la justicia de Dios no
echó pies atrás ante la reprobación de un pueblo ¿se detendrá acaso ante nuestro
endurecimiento voluntario?
EVANGELIO
Continuación
del santo Evangelio según S. Mateo.
En aquel
tiempo habló Jesús a las turbas, y a sus discípulos, diciendo: Sobre la cátedra
de Moisés se sentaron los escribas y fariseos. Observad, pues, y haced todo
cuanto ellos os dijeren; pero no hagáis según sus obras: porque dicen, y no
hacen. Porque atan cargas pesadas e insoportables, y las ponen sobre las
espaldas de los hombres; pero ellos no quieren moverlas con su dedo. Ellos
hacen todas sus obras, para ser vistos de los hombres: ensanchan sus filacterias
y alargan las orlas (de su vestido). Y gustan los primeros puestos en las
cenas, y las primeras cátedras en las sinagogas, y los saludos en la plaza, y
el que los hombres les llamen Rabbí. Vosotros, en cambio, no queráis ser
llamados Rabbí: porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis a nadie padre vuestro sobre la tierra, porque uno sólo es vuestro
Padre: el que está en los cielos. Ni os llaméis maestros; porque uno solo es
vuestro Maestro: Cristo. El que sea mayor entre vosotros, será vuestro
ministro. Porque, el que se ensalzare será humillado: y, el que se humillare, será
ensalzado.
LA IGLESIA MAESTRA DE VERDAD. — Los
doctores de la ley están todavía sentados en la cátedra de Moisés; Jesús quiere
que se escuche su enseñanza. Pero esa cátedra que es cátedra de verdad, a pesar
de los que en ella están sentados, no será pronto patrimonio de Israel. Caifás
profetizará aún, porque es el pontífice reinante ese año; pero la cátedra que
ha vilipendiado, que ha enlodado con sus indignas pasiones, va a ser muy pronto
levantada y trasladada al centro de la gentilidad. Jerusalén que negará a su
divino libertador perderá sus honores y pronto Roma, centro del poderío pagano,
verá levantarse dentro de sus muros esa cátedra, que cifraba la gloria de Israel
desde la que se pregonaban las profecías tan visiblemente cumplidas en Jesús. Y
esa cátedra no será derrocada, en adelante, a pesar de todas las furias del
infierno; será siempre la esperanza segura y fiel de las naciones que de él la
recibirán el testimonio indefectible de la verdad. Así, pues, la antorcha de la fe que brillaba en
Jacob, ha sido transportada, pero no apagada. Gocemos de su luz y merezcamos
por nuestra humildad que sus rayos lleguen siempre a nosotros.
CRISTO VERDAD. — ¿Cuál
fué la causa de la perdición de Israel? Su orgullo. Se ufanó de los dones que
Dios había acumulado en él; no quiso reconocer un Mesías desprovisto de toda
gloria humana, se indignó al oír a Jesús afirmar que los gentiles participarían
de la salvación y quiso con el más horrendo crimen ahogar la voz que le echaba
en cara la dureza de su corazón. Esos individuos, en vísperas de las divinas
venganzas, que por doquier se anuncian próximas, no han perdido un átomo de su
arrogancia. Siempre el mismo fausto, siempre el implacable menosprecio de los
pecadores. Hízose el Hijo de Dios, hijo del hombre; es nuestro maestro, y sin
embargo, nos sirve él mismo; aprendamos con tal ejemplo lo que vale la
humildad. Si nos dicen Maestro, si nos llaman Padre, no olvidemos
que nadie es maestro, que nadie es padre sino por el Señor, nuestro Dios. El
maestro digno de este nombre es aquel por cuya boca Cristo enseña; y sólo es verdaderamente
padre aquel que reconoce que su autoridad paternal le viene de solo Dios;
porque, como dice el Apóstol; "del Padre de nuestro Señor Jesucristo
dimana toda paternidad en el cielo y en la tierra'".
ORACION
Humillad
vuestras cabezas a Dios.
Acepta,
Señor, nuestras súplicas, y sana la languidez de nuestras almas: para que,
obtenido el perdón, nos alegremos siempre de tu bendición. Por el Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario