Cuando
muere un héroe, muere una parte de la historia, una parte del pasado, una parte
de un nombre que mereció ser llamado, como solo se llama a los grandes, un eco
vacío inunda todo el entorno, como si el silencio, fuera el tributo póstumo a
un rostro. Ha muerto el último soldado de la guerra Cristera. Juan Daniel
Macías Villegas ha muerto a los 103 años en su natal San Julián Jalisco;
víctima de una enfermedad que lo aquejaba desde hacía vario tiempo y lo mantuvo
sus últimos días en silla de ruedas. Hoy, muere una parte de la historia del
México de comienzos del siglo pasado, ese México caótico y desecho por los años
de la Revolución. Cuesta imaginar aquellos años de 1927 a 1929; cuando por
decreto presidencial, siguiendo la recién creada Constitución de 1917, el clero
ordenó la suspensión de cultos y cierre de iglesias. Los feligreses,
sintiéndose perdidos acuden a los únicos que les dan cobijo; una minoría de
sacerdotes que en secreto siguen celebrando misa a su pueblo. Entre el caos
generado por el gobierno federal al intentar hacer valer la llamada Ley Calles;
se agolpan las pequeñas comunidades en torno de los sacerdotes que tomaron las
armas y de los líderes del pueblo que hacen suyo el grito de “viva Cristo Rey”.
Aquellos años, los edificios de culto permanecían cerrados y el pueblo en
diversas zonas del país toma las armas y combaten con su fe al enemigo. De
entre aquellos nombres surge el de Juan Daniel Macías; en aquel tiempo un niño
de apenas 13 años, que por cosas del destino, se ve obligado a tomar las armas
en el combate del sitio llamado Cerro de Orozco. Al mando de otra gran leyenda
Victoriano Ramírez “el 14” es cobijado por el mando católico y gracias a su
pericia, se le integra al llamado escuadrón “Los dragones del 14”; de esta
forma realiza campaña por los dos siguientes años en la zona de los altos de
Jalisco y Guanajuato.
Como
muchos otros, sus hazañas quedaron en el olvido y fueron pocos los que se
atrevieron a escribir su nombre. La historia, siempre la historia, junto con el
tiempo se encargaron de borrar uno a uno los nombres de todos esos
combatientes, el olvido en el que vivieron fue tal que actualmente el libro de
texto de sexto grado de primaria, la única referencia que tiene en sus páginas
a esta guerra es una referencia breve sobre un conflicto social entre Iglesia y
pueblo; esas, son las únicas líneas, junto a una fotografía en blanco y negro
tomada en la “Capilla del valle” en este mismo San Julián, donde se ve a
aquellos soldados con ropa de campo estando hincados al momento de recibir la
bendición con el Santísimo. Jamás habla sobre los mártires cristeros, sobre los
sacerdotes perseguidos y fusilados; sobre las vías del tren en Ciudad Guzmán
Jalisco, donde en los postes de telégrafo colgaron a decenas de soldados de
Cristo Rey; sobre el combate en el santuario de la capital del estado, sobre el
corrido de Valentín de la Sierra, oriundo de Huejuquilla en la zona norte,
sobre los Cristeros de Colotlán, sobre el martirio de San Julio Álvarez en San
Julián, ni de todos los desplazados de una guerra civil que hemos tratado de
olvidar por 90 años. Donde sus protagonistas no solo fueron religiosos, donde
sus soldados de fe murieron en combate, o en el olvido, desplazados por una
sociedad que se niega a reconocer esta parte de la historia, donde el llamar de
la Cristiada aun causa incomodidades entre diversos sectores, tanto, que
después de la guerra, sus participantes fueron muriendo uno a uno, perseguidos
en la segunda lucha en los años treinta, o arrinconados en sus sitios de
origen; esos sitios, donde jamás, donde nunca, una calle llevará su nombre, ni
funcionarios se congregarán cada aniversario para enaltecer un suceso que se
olvida cada día.
El
último Cristero ha partido hacia otro sitio (el 18 de febrero de 2016); entre
vivas, porras y las lágrimas de su familia. Juntos recorrieron el camino desde
la Parroquia de San José hacia el cementerio; como recuerdo al combate de 1927,
donde las tropas del “14” derrotaron al general Cedillo en el encuentro en la
plaza del pueblo; esa plaza que hoy vio partir al último testigo de aquella
batalla. Juan Daniel Macías Villegas muere a los 103 años; en su despedida, el
corrido de los cristeros y vivas a los soldados sin nombre y el México católico
se escucharon entre los suyos, entre su familia y entre la Guardia Nacional
Cristera, organización creada para darle tributo a aquellos años olvidados de
la fe de un pueblo.
Alejandro
Moreno Merino. San Julián, Febrero 2016.
Fuente: http://www.catolicidad.com/
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