El
satanismo-magia
Se admite
corrientemente que siempre hubo también un satanismo-magia, paralelo al
satanismo-religión que hemos indicado brevemente. A decir verdad, no han
faltado especialistas de la historia de las religiones y los cultos, que no
hayan pensado y enseñado que la magia había, inclusive, precedido a la
religión, que había sido la primera forma de ella, que todas las religiones
paganas derivaban de la magia. Pero esta opinión parece cada día más descartada
y merece serlo. Es muy poco probable que los hombres hayan empezado por la
magia para derivar luego hacia la religión propiamente dicha. ¿Qué es, en
efecto, la magia, en oposición con la religión? En la religión, el hombre se
inclina delante de una potencia superior, la adora, le implora, reconoce su
propia debilidad y su impotencia. Admite su subordinación. En los pueblos
actualmente más "primitivos", es decir menos evolucionados, que han
seguido, pensamos nosotros, más cerca de los orígenes, tales como los pigmeos,
esta actitud hacia la divinidad está todavía en vigor. La religión es hasta más
pura que en los pueblos más avanzados. En la magia el hombre se vanagloria de
un poder misterioso. Lejos de inclinarse ante la divinidad, cree poder dominarla,
inventa y utiliza fórmulas mediante las cuales estima que puede poner a su servicio
las fuerzas superiores a las cuales se dirige. La mentalidad del mago —o del brujo,
ese hermano gemelo del mago es más rústico—es muy diferente del hombre religioso.
¿Cómo ha podido llegar un hombre a esa mentalidad? Es para nosotros un
misterio. La ma.eia es mucho más satanista, creemos nosotros, que la idolatría.
En la idolatría,
hay un alma de verdad. Se equivocan sobre la naturaleza del objeto que veneran,
no sobre la necesidad de una sub ordinación o de una imploración. ¡No dirigen
esos homenajes al verdadero Dios, pero no se equivocan al pensar que esos
homenajes son merecidos por Alguien! En la magia, hay una especie de
sacrilegio, un orgullo de poderío verdaderamente satánico. El mago da las
órdenes. Sabe que, a los dioses les llegará su turno, que harán pagar caro su
sumisión pasajera, pero está orgulloso de obligarlos, de hacerse obedecer por
lo menos un día, de tener, mientras las cosas vuelven a lo justo, un poder que
lo hace temible ante sus semejantes y le otorga ventajas inmediatas. La magia,
sin duda, procede del mismo realismo grosero que la idolatría. Se ha adorado a
las divinidades inferiores, es decir a los falsos dioses, en detrimento del
único Dios reconocido por los "primitivos", porque esas divinidades
estaban más cerca, eran más útiles de invocar y de conciliar, pero algunos han
llevado aún más lejos este realismo, han pasado de la religión a la magia, de
la sumisión a una especie de pacto implícito que les daba el derecho de dar
órdenes a la misma divinidad. El paso de la religión a la magia es una
deformación, pero es más natural que el paso de la magia a la religión. Si los
hombres hubieran empezado por la magia, no vemos cómo hubieran ido para atrás,
en cierto modo, hacia la religión, al implorar a los representantes de fuerzas
que creían sometidas a su poder. He ahí pues dos clases de satanismo bien
definidas: el satanismo religión y el satanismo-magia. En el primero, Satán es
el "Príncipe de este mundo", porque el mundo entero se Inclina ante
sus altares y le ofrece sacrificios; en el segundo, Satán parece consentir en
obedecer a ciertos hombres, cuando emplean ciertas fórmulas o realizan ciertos
ritos, pero no pierde nada con ello porque sabe que la magia o la brujería es
un pagaré contra los que la practican, de suerte que su dominación sobre ellos
será finalmente todavía más completa y absoluta que sobre cualquiera de sus
otros adoradores.
El satanismo de
nuestros días
Mundo comprenderá
que es imposible contestar esta pregunta. El satanismo-religión, tal cual lo
hemos definido, está en vías de desaparecer rápidamente. Los altares de los
falsos dioses son cada día menos numerosos en el mundo. Esto no significa que
la posesión de Satán se extienda menos, puesto que lo hemos mostrado activo en
inmensos imperios. Pero ha cambiado de táctica. Ha debido adaptarse a la
evolución general de la humanidad, de la cual no es el amo absoluto, por más
que desempeña en ella un importantísimo papel. La forma más reciente del
satanismo es el marxismo ateo. Es satánico por cuanto niega a Dios y al Diablo,
por cuanto niega el alma, por cuanto sólo conoce la materia como asimismo la
vida presente, y porque mutila al hombre segándolo ele su destino de inmortalidad.
Satán no tiene qué hacer con el amor de los hombres y de los mismos demonios.
El es el odio. Su triunfo es la expansión del odio. Hoy en día la forma cíe
odio más eficaz, más generalizada, es el marxismo ateo. Odio de clase, odio
entre razas, entre los pueblos, odio por todas partes, bajo el disfraz de una
preocupación por el proletariado que es totalmente material, así es el
marxismo. El satanismo-religión, de este modo, logra extenderse mucho más, es
mucho más activo, mucho más pernicioso de lo que ha sido jamás. Sus mentiras
son más enormes, sus negaciones más radicales, sus excitaciones más homicidas
de cómo se las ha conocido hasta ahora. Todo el mundo está
de acuerdo en que el marxismo es verdaderamente una religión, en el sentido que
moviliza en el corazón de todos sus adherentes la totalidad de las fuerzas de
celo, abnegación, sacrificio, que se encuentran en las efusiones religiosas. Pero
esta religión no puede ser denominada sino satánica, puesto que se opone
radical y furiosamente a la fe en Dios. Con todo, el satanismo-religión
subsiste todavía, en estado de idolatría, en los pueblos que parecen, por lo
demás, abiertos como cosa natural a la invasión próxima del marxismo-ateo ¡sin
que conozcan para nada a Karl Marx!
Satanismo
propiamente dicho
Aparte de este
satanismo-religión, que es, o ateísmo marxista o animismo anticuado, existe un
satanismo refinado y malsano, mucho menos extendido, mucho más oculto y difícil
de descubrir y que es una adoración voluntaria y razonada de Lucifer. No pretendemos
tener datos precisos sobre este satanismo en nuestros días. Todo cuanto podemos
decir es que se trata del satanismo de los ritos sacrílegos, de las blasfemias
conscientes, de las adoraciones monstruosas, de las "misas negras",
por ejemplo, es decir de las profanaciones sistemáticas y calculadas que
"parodian" los homenajes rendidos a Dios por los creyentes más
esclarecidos y más sinceros, para rendirle a Lucifer otros semejantes. Tendremos
una idea del satanismo de esta clase, releyendo una nota publicada en el Satán
de los Estudios carmelitanos (pág. 639).
"No podemos
explayarnos — dice esta nota — sobre todos los satanistas o pseudosatanistas de
nuestros días. La prensa inglesa del 2 de diciembre de 1947, anunció la muerte
de «Sir» Aléister Crowleyley, el personaje «más inmundo y más perverso de Gran
Bretaña» como lo calificó «Mr. Justice»." Interrogado sobre su identidad,
Crowley respondió: "¡Antes que Hitler fuera, YO SOY" — Se advertirá
esta "payasada" de las palabras del Evangelio—. Antes de dejar este
mundo., dicho brujo septuagenario maldijo a su médico que le rehusaba, con
mucha razón, la morfina, porque él la distribuía entre los jóvenes:
"Puesto que debo morir sin morfina por causa suya, usted morirá en seguida
después de mí." Lo cual ocurrió. El Daily Express del 2 de abril de 1948, anunció
que los funerales del mago negro Crowley habían provocado las protestas del
Consejo Municipal de Brighton. El Consejero, señor J. C. Sherrot, dijo:
"El informe afirma que sobre su tumba fue practicado todo un rito de magia
negra." Sobre la tumba, efectivamente, sus discípulos habían entonado
cantos diábolicos: el "Himno a Pan" del mismo Crowley, el "Himno
a Satán" de Carducci y las Colectas para la "misa gnóstica"
compuestas por Crowley para su templo satánico de Londres. Igualmente la prensa
inglesa el dos de marzo de 1948, dedicó necrologías importantes al famoso
metapsíquico Harry Price, especialista en demonología. En un informe ratificado
por la Universidad de Londres, Price declaró: "En todas las zonas de
Londres, centenares de hombres y mujeres, de excelente formación intelectual y de
condición social elevada, adoran al Diablo y le rinden un culto permanente. La
magia negra, la brujería, la evocación diabólica, estas tres formas de
«supersticiones medievales» son practicadas hoy en Londres en una escala y con
una libertad de movimiento desconocidas en la Edad Media." Price fué el
fundador y secretario a perpetuidad del Consejo para Investigaciones
Psiquiátricas, de la Universidad de Londres. "A. Frank-Duquesne nos
señala, también, entre las curiosidades «demoníacas» actuales, el informe del
profesor Paul Kosok, de la Universidad de Long-Island, publicado en los Anales
del Museo Norteamericano de Historia Natural, referente a una exploración realizada
en el Perú, en 1946. Los exploradores descubrieron, sobre quinientos kilómetros
de tierra arenosa y desértica, una doble serie de dibujos, representando unos
los signos del zodíaco, otros los pájaros, plantas, y sobre todo, serpientes
policéfalas. En el centro del dibujo de la Serpiente, se halla una fosa inmensa
que contiene esqueletos de hombres y animales, visiblemente sacrificados. Se le
calcula a todo este conjunto dos mil años de existencia." Si hemos
reproducido esta importante nota por entero, es sobre todo en razón de las dos
primeras paráfrasis y de lo que ellas nos han revelado de los "círculos
satánicos" muy frecuentados en Londres, dirigidos por
"satanistas" notorios tales como Crowley y Price. Pero, con toda
evidencia, esto no nos da más que una vislumbre muy tenue del
satanismo-religión luciferiano de nuestros días. No es solamente cuestión de
Londres. Es probable que encontraríamos grupos análogos en todas las grandes
ciudades del mundo. De hecho, se nos asegura que en París existen actualmente más
de diez mil personas — hombres y mujeres — que rinden un culto religioso y
regular a Satán. Pero está en la naturaleza de las religiones de esta clase
huir de toda luz, revestir el carácter más oculto, y desafiar toda estadística.
Pero los satanistas de los cuales acabamos de hablar no son solamente los jefes
del culto luciferiano, también son calificados de magos o de brujos, y esto nos
lleva a un examen sumario de la brujería de nuestra época.
El
satanismo-magia actual
Aparte de los
grandes magos-luciferianos que acabamos de nombrar y de los que podemos
sospechar como ejerciendo su acción solapada en nuestras sociedades modernas,
existen además en nuestras campiñas, en cantidad imposible de determinar, pero
que tal vez sea mayor de lo que pensamos, "brujos" rurales, cuyos
libros de cabecera son Los secretos del Gran Alberto, Los secretos del Pequeño
Alberto, El Dragón Rojo. Los dos primeros de estos libros ocultos han recibido —
cosa curiosa — su nombre de la reputación de San Alberto el Grande a quien se
le atribuía el conocimiento de todos los secretos de la naturaleza. Hacer pasar
abominables fórmulas mágicas bajo el patrocinio de un santo venerado es un
ardid bien diabólico. Pero sabemos que más de un brujo de nuestros días, ya lo
hemos subrayado, abusa de imágenes piadosas para realizar su fructífero oficio de
engañador de multitudes. Es curioso observar que, en nuestros capítulos
anteriores, dedicados a los exorcismos más recientes, hemos encontrado casos de
posesión debidos a sortilegios de brujería. Si creemos a los demonios conminados
a hablar por nuestros exorcistas, han sido obligados por algún brujo a entrar
en tal o cual persona. Estos mismos brujos, por medio de sortilegios repetidos,
les impedían ceder a las órdenes formales del exorcismo o los forzaban a volver
dentro de la persona a quien las oraciones del Ritual habían liberado por un
tiempo. Todo esto, a decir verdad, permanece muy oscuro para nosotros. Pero los
exorcistas más calificados son categóricos sobre este punto.
Ocurre a veces que
los tribunales mismos tengan que echar un vistazo furtivo sobre estas prácticas
supersticiosas como en el caso de esa pobre mujer que, hace muy poco, mató a su
marido porque lo creía hechizado o hechicero. Pero la justicia humana,
evidentemente, no tiene fuerzas para luchar contra esta clase de atentados,
porque escapan, en general, a los testimonios humanos y es imposible
administrarles la prueba jurídica. Lo que parece indudable es que existen
hombres y tal vez mujeres, que creen, obedeciendo a libros de magia increíbles,
ponerse en contacto con Satán, concertar un pacto con él y obtener a este precio
poderes excepcionales que les permitan ejercer un oficio lucrativo.
La brujería forma
parte de lo que podemos llamar el lado nocturno de la vida humana. Siempre
existieron, para emplear el vocabulario de San Juan, las tinieblas frente a la
luz. La magia habita en las tinieblas. Se oculta, huye de las miradas, no
ignora que causa en cualquier ser normal una repugnancia invencible. Pero está
orgullosa de lo que cree saber y sobre todo ¡de lo que cree poder!
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