22 de enero
San Vicente
diácono y Martir.
( *y San Anastasio, Martir)
"El ilustrísimo diácono y mártir san
Vicente nació en la ciudad de Huesca y crióse en la de Zaragoza del reino de Aragón.
Desde niño se inclinó a las obras de piedad y a las letras y finalmente fue ordenado
de diácono por san Valerio, obispo de Zaragoza, el cual por ser ya viejo e
impedido de la lengua, encomendó a san Vicente el oficio de predicar. Eran
emperadores en este tiempo Diocleciano y Maximiano, y enviaron a España al
presidente Daciano, el cual llegando a Zaragoza hizo grande estrago en la
Iglesia de Dios. Prendió a san Valerio y a san Vicente y los mandó llevar a la ciudad
de Valencia a pie cruelmente atormentado. Tendiéronle pues sobre el potro y con
cuerdas a los pies y a las manos descoyuntáronle los sagrados miembros;
rasgáronle después el pecho y las espaldas con uñas aceradas hasta descubrirle
los huesos. En todos estos suplicios no dio el santo mártir ni un gemido, ni
derramó una lágrima; antes decía a los atormentadores: ¡Qué flacos sois! ¡por
más valientes os tenía! Entonces le extendieron en una cama de hierro ardiendo,
y abrasáronle los costados con planchas encendidas, poniéndole sal en las
llagas; "y como siguiese el valor oso soldado de Cristo haciendo burla de
los sayones y de Daciano, viéndose éste vencido, mandó que le echasen de nuevo
a la cárcel. Descubrióse en aquella cárcel obscura y tenebrosa una luz venida
del cielo; sintióse una fragancia suavísima y bajaron ángeles a visitar al
santo mártir. Turbáronse los guardas creyendo que san Vicente se había huido:
mas él les dijo: No he huido, no:' aquí estoy; aquí estaré; entrad, y gustad
parte del consuelo que Dios me ha enviado; que por aquí conoceréis cuan grande es
el Rey a quien yo sirvo; y después de haberos enterado de esta verdad, decidle
a Daciano de mi parte, que prepare nuevos tormentos, porque yo estoy sano y
dispuesto a nuevos martirios. El día siguiente Daciano, viéndole curado de sus
heridas. Je mandó acostar en una cama blanda y regalada, y en ella le mostró el
glorioso mártir que aborrecía más las delicias que las penas, porque en aquel
regalo dio su espíritu al Señor. Arrojado el sagrado cadáver a los perros, y a
las olas del mar, fue preservado milagrosamente, y sepultado fuera de los muros
de la ciudad en una iglesia que después se dedicó al Señor en honor del mártir."
*San Anastásio, Monje de Oriente, fue
decapitado con otros 70 cristianos por el rey persa Cosroes.
Reflexión:
"Cualquiera que imagine, dice san Agustín, que san
Vicente padeció con sus propias fuerzas este martirio, se engaña y torpemente
yerra, y el que pensara tener ánimo para vencer con su paciencia tales
suplicios, es vencido por su soberbia, porque si en esta martirio consideramos la
paciencia humana, se nos hace increíble, mas si ponemos los ojos en el poder
divino, deja de ser admirable. En aquella horrible carnicería y crueldad de
tormentos, no parecía sino que uno era el que padecía, y otro el que hablaba. Y
así era: porque Dios armaba al santo mártir de tan divina fortaleza, que los
tormentos le parecían regalos, el fuego refrigerio y la muerte vida, peleando a
porfía y el furor de Daciano y el ánimo
y fervor del santo mártir: pero antes se cansó Daciano de atormentarle, que
Vicente de reírse de sus tormentos."
DOBLE – ORNAMENTOS ROJOS
MISA – Intret
Epistola
– Libro de la Sabiduria, (Sap., III,1-8)
Evangelio – San Lucas, (XXI, 9-19)
COLECTA
“Adésto, Dómine, suplicatiónibus
nostris; ut, qui ex iniquitáte nostra reos nos ese cognóscimus, beatórum
Mártyrum tuórum Vincéntii et Anastásii intercessiónem libérenur. Per Dominum.”
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“Acude, Señor, a nuestras súplicas: y
ya que nos reconocemos culpables por nuestra maldad haz que seamos libertados
por la intercesión de tus Santos Mártires Vicente y Anastasio. Por Jesucristo
Nuestro Señor.”
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