lunes, 9 de noviembre de 2015

INTERVENCIÓN DIVINA EN LAS CRISIS DE LA IGLESIA (2a parte)



UN HUMILDE MONJE, SAN SOFRONIO (560-638) SURGE COMO CAUDILLO DE LA ORTODOXIA.

En el fragor de esta batalla desigual, librada por un pequeño número de sacerdotes y monjes de oriente, considerados como locos y perturbadores (hoy en día también se nos llama locos, enfermos, necios y cuanto se les viene en mente a las autoridades de la neo- fraternidad, como que la historia se repite y hay quien se ha atrevido a decir que, quienes se confiesen o comulguen con los que, a pesar de nuestra indignidad, tratamos de defender la fe y la doctrina de Nuestro amado Salvado, incurren en pecado mortal. ¿No fue esta la conducta del Vaticano II respecto a los miembros de la Fraternidad en tiempos de Monseñor Marcel Lefebvre? ) que defendían la verdad contra una jerarquía eclesiástica claudicante. Es en este momento cuando San Sofronio, nacido en Damasco, salió en defensa de la ortodoxia, así lo hizo hasta su muerte, este santo monje como sus compañeros en este valerosa defensa de los derechos de Dios, carecía de jerarquía eclesiástica. San Sofronio animado por el celo de la obediencia intento, con humildad propia de estos monjes, convencer a la jerarquía de sus desviaciones heréticas, con este fin acudió al hereje Patriarca de Alejandría, ante el cual cayó de rodillas, para pedirle llorando que no fuera a leer desde el pulpito de la Catedral, el Edicto que renovaba la HEREJIA DE APOLINAR; pero el Patriarca en nada cedió a las súplicas de este gran santo y, además, lo censuró, lo llamo REBELDE y lo amenazó con excomulgarlo si continuaba oponiéndose a la tesis de conciliación cuyo fin era:  “LA NECESARIA UNIDAD DE LA IGLESIA”. (Consejos, exhortaciones, cartas y otras tantas cosas no  bastaron para quienes buscan la unidad con la roma herética para hacerlos entender que lo deseado por ellos es contrario a la fe y doctrina de Nuestro Señor Jesucristo sino mas bien con una saña inaudita, haciendo mal uso de autoridad han lanzado a diestra y siniestra admoniciones y expulsiones para todos aquellos sacerdotes que quieren ser fieles a su fundador y, sobre todo, a nuestro divino Maestro y a llegado a tal grado su osadía que han privado de su libertad a algunos sacerdotes e incluso prohibiéndoles el ejerció sacerdotal por excelencia como es el celebrar el Santo Sacrificio de la Misa.)

Muy duro fue para San Sofronio el conflicto interno que se generó en su alma a consecuencia de esta “excomunión” (como de hecho esa misma prueba sufrimos quienes nos vimos constreñidos a abandonar la Congregación no tanto por la excomunión sino por la persecución que contra nosotros se realizó  desde las altas esferas de esta Congregación por medio de la difamación y satanización de nuestras personas.) Por una parte el deber de obediencia a su superior jerárquico en la Iglesia y por otra la de ser fiel a Cristo defendiendo su verdadera doctrina, incluso en contra de la traición a esta santa doctrina por parte de su superior.  



Sin embargo San Sofronio no vaciló, y poseído de esa energía y de esa santa rebeldía contra la HEREJIA y a sus partidarios conociendo que era Cristo Nuestro señor quien infundía en su alma este celo por la verdad. Reconfortado por ello siguió predicando con gran ardor, propio de los santos, la existencia de dos voluntades en Jesucristo, la Divina y la Humana. Luego dedicó sus fuerzas a dar una batalla decisiva contra los obispos herejes e hizo un penoso viaje a la capital del imperio, para entrevistarse con el poderoso Patriarca Sergio de Constantinopla que, como antes se aclaró,  era en esos tiempos el Jerarca de Mayor autoridad en la Santa Iglesia después del Papa. (Es la lucha que Monseñor Lefebvre también realizó durante los últimos años de su vida con el resultado que ya conocemos, pero tranquilo con su conciencia y en paz con Dios por el buen combate de la fe. El decía: “Yo no quiero escuchar de Nuestro Señor en el día de mi juicio “TU HAS CONTRIBUIDO A LA DESTRUCCION DE MI IGLESIA” Palabras que él repetía con frecuencia y de eso soy testigo.) 

SÍNODOS Y ASAMBLEAS DE OBISPOS, USADOS PARA PROPAGAR LAS HEREJIAS 

San Sofronio obtuvo una entrevista con el Patriarca de Constantinopla, trató de convencerlo sobre el grave peligro que amenazaba a la Iglesia con la nueva herejía. Sergio, quien era el alma de dicha herejía y además un político extraordinario, fingió en forma maquiavélica dejarse impresionar por los argumentos del santo fraile y le prometió presentar el caso ante el Sínodo de obispos que funcionaba en Constantinopla, pero este Sínodo estaba muy vigilado por el mismo Sergio. (Creo que aquí encontramos otra semejanza en la forma de actuar de quienes venimos hablando, pues considero que no fueron pocos los sacerdotes que, de una forma o de otra se hicieron oír en contra de los acuerdos con escritos, sermones, alocuciones y con recomendaciones de viva voz a los superiores que parecían escucharlos, pero al final solo fingían ya que continuaron y continúan con su pérfido plan. Para no errar y a su vez sea un claro ejemplo la carta que los tres Obispos enviaron al superior general, el sermón de Mons. Tissier de Mallerais dado en el Seminario de Estados Unidos de donde lo expulsaron del distrito refugiándose en el mismo Seminario, quien desee tener más detalles sobre este sermón por favor diríjase a quien esto escribe). 

De esta manera conoció el Patriarca Sergio la gran combatividad de San Sofronio y preparó el golpe, pero ESCONDIENDO LA MANO, para evitar en lo posible ser acusado de herejía y que los contragolpes de los ortodoxos fueran dirigidos contra el propio Sínodo y no contra el Patriarca, ya que daba la cara el Sínodo, sin embargo era Sergio quien, como ya se dijo más arriba, preparaba la herejía. De esta manera tan hábil lograba obtener el respaldo del Sínodo Episcopal mayor respaldo y apoyo para difundir la herejía entre los Obispos para quien representaba mucho las decisiones del Sínodo. (Astuta manera adoptaron también los superiores con el “famoso Capítulo” en donde en las vísperas de su celebración se expulsó a Mons. Wiliamson del consejo de los Obispos y se le prohibió asistir a las ordenaciones sacerdotales celebradas un día antes de dicho inicio del Capítulo general. Ya en el mismo Capítulo “al estilo democrático se decretó la expulsión de Mons. Wiliamson del Capítulo general y de los posibles capítulos si el aún permanecía en la Congregación y a la vez se apoyó por casi unanimidad las relaciones con la Roma modernista) 

Es esta una hábil maniobra que, a través de la historia de la Iglesia, han utilizado algunos anti-Papas, y Jerarcas, cuando les ha convenido, ocultar su herejía y fingirse ortodoxos, tirando la piedra y escondiendo la mano para propagarla sin correr el riesgo de verse involucrados y no comprometer su situación. Dejando a los cuerpos episcopales, manejados ocultamente por estos herejes, la tarea de abrir las brechas a la traición y al mismo tiempo el Patriarca Sergio trataba de tranquilizar a San Sofronio, exigiendo de él la promesa de guardar silencio sobre las dos voluntades de Nuestro Señor Jesucristo, prometiendo, al mismo tiempo, que impondría tal medida al herético Patriarca Ciro de Alejandría.

Pero el heroico santo de la Iglesia no se dejó engañar por esta trampa y COMPRENDIENDO QUE PRIMERO DEBÍA LEALTAD A CRISTO Y A LA VERDAD REVELADA, QUE OBEDIENCIA A LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA, LEJOS DE ACATAR LAS ÓRDENES DE SUS SUPERIORES, SE LANZÓ EN SANTA REBELDIA A LA LUCHA EN DEFENSA DE LA ORTODOXIA. (Esta heroica actitud la vimos en Monseñor Lefebvre que no solo combatió con ardor al modernismo durante el Concilio Vaticano II, si que también fundó una Congregación cuya misión era preservar el sacerdocio mediante el Santo Sacrificio de la Misa, defender la fe contra sus enemigos jurados los modernistas del Vaticano y conservar la doctrina católica, ¿Por qué ahora los jerarcas de la congregación se empeñan denodadamente en destruir lo que el fundador emprendió manteniéndose fiel a sus principios que no son otros que los de la misma Iglesia Católica dos veces milenaria?) Dotado de una gran capacidad de organización procedió a juntar sacerdotes y fieles (seglares) para la defensa de la Santa Iglesia. Regresó a Palestina a predicar la verdadera doctrina y a formar ahí también grupos de clérigos y seglares para el triunfo de Dios Nuestro Señor Jesucristo. 

Cerebro incorrupto de San Sofronio


Con la muerte del Patriarca de Jerusalén, acontecimiento que aprovecho San Sofronio astuta y rápidamente, con el respaldo decisivo de los grupos de clérigos que él había organizado, fue elegido Patriarca de Jerusalén, como sucesor del ya fallecido. Con esta magna investidura, convocó inmediatamente a un Sínodo de Obispos en el año de 634, devolviéndole al Patriarca de Constantinopla su misma maniobra. En dicho sínodo se apoyó la doctrina de las dos voluntades existentes en Nuestro Señor Jesucristo, la divina y la humana. Sin que entre ellas hubiese oposición alguna y estando la humana sujeta en todo a la divina, si tener los desequilibrios causados en los demás hombres por el pecado original. Este acontecimiento vino a dar gran importancia a la ortodoxia, tal importancia no solo molestó sino que preocupó mucho al Patriarca Sergio quien decidió quitarse la careta y dar junto con el Papa Honorio, quien lamentablemente se mantenía a la expectativa, la batalla decisiva a favor de la herejía, a quien se dirigió mediante una carta en la que una forma hábil decía al Sumo Pontífice que el anhelo noble de la unidad cristiana se había logrado en la Iglesia de Oriente debido a la actividad del propio Sergio y del hereje Ciro Patriarca de Alejandría. Al mismo tiempo acusaba a San Sofronio de tener un espíritu inquieto, rebelde a la jerarquía eclesiástica y empeñado en turbar la paz y la unidad de la Iglesia logradas por Sergio y Ciro. (¿No fueron acaso las mismas palabras que los jerarcas de la Iglesia actual y modernista que dirigieron, en su momento, a Monseñor Lefebvre? ¿No son ahora las que dirigen a su discípulo, sacerdotes y fieles, los superiores de la Fraternidad que quieren “esa paz y unidad” de la Iglesia modernista?, La historia se repite.) Al mismo tiempo el Patriarca aconsejaba al Papa que obligara a San Sofronio a guardar silencio sobre las dos voluntades en Cristo, manifestando, a su vez, que existieran estados dos voluntades y consistiendo esta controversia en un mero juego de palabras. Era necesario imponer silencio  San Sofronio para impedir la ruptura la unidad y la paz entre los fieles. 


CONTINUA...

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