SEGUNDA PARTE Y ULTIMA
Al
principio de la Primera Guerra Mundial, los imperios británico, francés y ruso
habían decidido cómo iban a repartirse el mundo cuando ganaran la guerra. El
británico Mark Sykes, el francés Georges Picot y el ruso Serguei Sazonov se
encargaron de negociar esa repartición del mundo. Durante la guerra mundial,
los bolcheviques derrocaron al zar en Rusia, así que las regiones asignadas al
imperio ruso volvieron a quedar disponibles. En definitiva, al término de la
Primera Guerra Mundial, la única parte del plan que llegó a aplicarse fue la
que tenía que ver con el Medio Oriente, lo que aún llamamos los «Acuerdos
Sykes-Picot».
El
regreso de Rusia a la palestra internacional viene por tanto a cuestionar la
repartición colonial del Medio Oriente pactada entre británicos y franceses. La
posibilidad de un choque acaba de surgir, por accidente o por voluntad de
alguien, con el derribo del Ilushin-20 ruso durante la operación militar
conjunta del Reino Unido, Francia e Israel contra la ciudad siria de Latakia.
Cómo reaccionar
El
estupor de la comunidad internacional ante el repentino resurgimiento de un
conflicto que ya tiene un siglo de existencia es palpable en el silencio de la
cuenta de Twitter de la Casa Blanca.
Durante
la crisis de Suez, las tropas israelíes implicadas contaban el doble de
efectivos que el conjunto de las tropas británicas y francesas. El total de
aquella fuerza conjunta se elevaba a 250 000 hombres. Comparada con la
operación contra Latakia, la de Suez era por tanto una operación de muy gran
envergadura. Pero ambas responden a la misma lógica diplomática y pueden llevar
a lo mismo.
Durante
la crisis de Suez, en plena guerra fría, la Unión Soviética amenazó al Reino
Unido, Francia e Israel con una respuesta nuclear si no se retiraban de Egipto.
Al principio, la OTAN respaldó a los europeos amenazando a Moscú con una guerra
mundial, pero luego… lo pensó mejor. En plena guerra fría, Estados Unidos apoyó
temporalmente a la URSS para detener la locura europea.
Para
Washington, permitir que los europeos siguieran adelante habría sido empujar a
todos los países árabes en brazos de los soviéticos. Era además imposible aceptar
la intervención franco-británica en Egipto precisamente en momentos en que
denunciaban la intervención del Pacto de Varsovia contra la revuelta húngara.
El
presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower y su vicepresidente Richard
Nixon desataron un ataque monetario contra la libra esterlina, enviaron fuerzas
navales y aéreas estadounidenses a interferir las acciones del dispositivo
británico-franco-israelí y prohibieron el uso del material militar francés
financiado con fondos de Estados Unidos.
Fue
posible preservar la paz internacional gracias a personalidades de terceras
partes, como el secretario general de la ONU Dag Hammarskjöld (asesinado 3 años
después y laureado con el Premio Nobel de la Paz a título póstumo), el ministro
canadiense de Exteriores Lester B. Pearson (también laureado con el Premio
Nobel de la Paz) y el líder del Movimiento de Países No Alineados y primer
ministro de la India Jawaharlal Nehru.
La
crisis de Suez reorganizó profundamente no sólo la vida política internacional sino
también la escena política nacional en Reino Unido, Francia e Israel.
-
Burlando el derecho de veto de los europeos en el Consejo de Seguridad, la
Asamblea General de la ONU intimó los invasores a retirarse de Egipto y creó la
primera fuerza de interposición de las Naciones Unidas.
- En
el Reino Unido, la Cámara de los Comunes exigió el fin de la política colonial
para favorecer los intereses económicos de Londres sólo a través del
Commonwealth.
- En
Francia, comunistas, gaullistas y poujadistas (entre ellos Jean-Marie Le Pen)
se unieron contra los centristas y los socialistas, algo que nunca volvió a
suceder desde entonces. Seis años después, el presidente De Gaulle consideró
que, al reconocer la independencia de Argelia, ponía fin a la colaboración
militar francesa con el Estado colonial de Israel y retomaba la política de
amistad y cooperación con los pueblos árabes que siempre había caracterizado a
Francia, exceptuando sólo el paréntesis colonial [10].
La
posición de los occidentales sobre la agresión contra Latakia es especialmente
difícil porque, en violación de lo que ellos mismos habían acordado con Rusia,
los israelíes sólo informaron a Moscú mucho después del inicio de la operación
y sólo un minuto antes de disparar sus misiles. El Pentágono afirma que nunca
fue informado. Pero tenemos que recordar que el acuerdo de no agresión mutua
entre Israel y Rusia existe únicamente porque Israel es el arsenal de Estados
Unidos en el Medio Oriente –en Israel se encuentran todos los depósitos
estadounidenses de municiones para el conjunto de la región. Si Israel no avisó
por adelantado al Pentágono sobre la operación contra Latakia, Israel ya no
puede gozar de la protección estadounidense y, por consiguiente, Rusia puede
cuestionar su pacto de no agresión con Israel.
La
respuesta rusa depende de la posición de la Casa Blanca, posición que hoy se
desconoce. Esa respuesta estará guiada por la voluntad de reducir la tensión
–si fuera posible– y de mantener a la vez su disuasión castigando al o a los
culpables que el Kremlin señale. Ni siquiera será necesario que Rusia haga
pública esa sanción, a condición de que sean informadas las cancillerías
interesadas.
La respuesta rusa
Rusia
puede elegir entre ver el derribo de su avión como una falta cometida por un piloto
israelí, atribuirlo a las fuerzas armadas de Israel o responsabilizar a los 3
países implicados (Reino Unido, Francia e Israel).
El
ministro de Defensa de la Federación Rusa, Serguei Choigu, telefoneó a su
homólogo de Israel, Avigdor Lieberman y le informó que considera a Israel
responsable del incidente y que se reserva el derecho de respuesta. Un poco
después, el presidente ruso Vladimir Putin declaró que «se
trata de una serie de acontecimientos trágicos ya que nuestro avión no fue
derribado por un aparato israelí». Putin puso énfasis en diferenciar
esta situación del incidente del Sukhoi 24-M derribado deliberadamente por la
aviación turca en noviembre de 2015. Así que nos dirigimos hacia la designación
pública de Israel como único responsable y la adopción de alguna sanción
secreta contra los 3 países implicados.
El
encargado de negocios de Israel en Moscú, Keren Cohen Gat, fue convocado por el
ministerio ruso de Exteriores mientras que el primer ministro israelí, Benyamin
Netanyahu, seguía su primer reflejo tratando de culpar a Irán del incidente.
Una delegación israelí, encabezada por el general Amikam Norkin, jefe del
estado mayor de la fuerza aérea de Israel, corrió a Moscú con celeridad nunca
vista. El general Norkin discutió las declaraciones del ministerio ruso de
Defensa, clamó la inocencia de Israel y se esforzó por culpar a los sirios.
El
presidente Donald Trump, gran admirador de la política exterior de Richard
Nixon, tiene así en la mano la oportunidad que necesitaba para acabar con el
apoyo del Reino Unido, Francia e Israel al Estado Profundo estadounidense.
Pero, en plena campaña electoral legislativa, no puede dar la impresión de que
apoya al rival ruso sancionando a los aliados de Estados Unidos. Trump está por
lo tanto buscando cómo presentar a la opinión pública estadounidense ese
importante cambio de posición. Es con esa perspectiva que ya condenó, en una
entrevista concedida al sitio web Hill TV, la decisión de George Bush hijo de
incrementar la implicación militar de Estados Unidos en el Medio Oriente a raíz
de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
El
domingo 23 de septiembre, el general Igor Konachenkov, vocero del ministerio
ruso de Defensa, presentó una síntesis de las informaciones rusas y de los
datos que Siria e Israel entregaron a Rusia.
- El
general Konachenkov señaló que –al no avisar con suficiente antelación a la
parte rusa sobre su ataque y al mentir sobre la localización de los objetivos
de la acción– Israel violó deliberadamente el acuerdo de no agresión mutua de
2015.
-
Señaló que Israel puso en peligro los vuelos civiles en esa zona del
Mediterráneo y denunció además que Israel es «enteramente» responsable del
derribo del Ilushin-20 ruso.
-
Denunció que Israel no prestó ayuda a los militares rusos al ser alcanzado el
avión.
-
Acusó al general Amikam Norkin, jefe del estado mayor de la fuerza aérea de
Israel, de haber mentido al afirmar que los F-16 israelíes ya habían regresado
a Israel cuando el avión ruso fue alcanzado.
-
Finalmente, el vocero del ministerio de Defensa de Rusia descartó las
acusaciones de amateurismo lanzadas contra la defensa antiaérea de la República
Árabe Siria.
Sin
embargo, el general Konachenkov se abstuvo de cuestionar públicamente al Reino
Unido y Francia a pesar de que estas dos potencias occidentales están
implicadas en sus señalamientos contra Israel.
Si la
Casa Blanca halla una narración de los hechos aceptable para sus electores,
Rusia podría prohibir al Reino Unido, Francia e Israel toda intrusión no
autorizada por el gobierno de Damasco en el espacio aéreo, marítimo y terrestre
de Siria. Londres y París tendrían entonces que poner fin a sus amenazas de
bombardeo contra Siria, que hasta ahora habían justificado con pretextos como
los incidentes químicos bajo falsa bandera, y se verían obligados a retirar de
Siria sus fuerzas especiales. Esta última medida se aplicaría a todos los
protagonistas en general, con excepción de Estados Unidos y, en Idlib, de
Turquía.
Thierry
Meyssan
[1] «¿Quién
quiere reactivar la guerra en Siria?», por
Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire,
4 de septiembre de 2018.
[2] «Joint Statement by Irán, Russia and Turkey
dealing with Syria», Voltaire Network, 7 de septiembre
de 2018.
[4] «Memorándum
para la estabilización de la situación en la zona de desescalada de Idlib», Red Voltaire, 17 de septiembre
de 2018.
[5] Ver la segunda
parte del libro De la impostura del 11 de Septiembre a
Donald Trump, Thierry Meyssan,
Orfila Valentini, 2017.
[6] «Los
proyectos (diferentes) de creación de un Kurdistán», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 5
de septiembre de 2016.
[7] La «Operación
Mosquetero» (en francés «Opération Mousquetaire» y
en inglés «Operation Musketeer») fue la operación militar conjunta
franco-israelo-británica durante la cual tropas de esos países
se apoderaron (en 1956) del Canal de Suez, nacionalizado
por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser. Nota de la Red Voltaire.
[8] «El
fiasco del bombardeo occidental contra Siria», por Thierry Meyssan, Red Voltaire,
24 de abril de 2018.
[10] «Conferencia
de prensa de Charles De Gaulle, fragmento sobre Israel», Re Voltaire, 27 de noviembre
de 1967.