utfidelesinveniatur

viernes, 17 de noviembre de 2017

NACIMIENTO, GRANDEZA DECADENCIA Y RUINA DE LA NACION MEJICANA



No obstante, la toma del puerto de Manzanillo fue una brillante victoria, sobre todo de carácter moral, que sintió mucho la tiranía. Las insignificantes gavillas de "fanáticos desarrapados" cuyo completo exterminio frecuentemente se anunciaba por medio de la prensa, habían sido capaces de apoderarse de uno de los más importantes puertos del Océano Pacífico.
" .. .Del 15 al30 de agosto de 1928, la montaña entera ardía en Jalisco, de Mascota a Purificación, de Hostotipaquillo a Etzatlán, de Colima al Lago de Chapala, y de Los Altos a Puente Grande y Coalcomán. A partir de este momento, como lo notan los observadores militares norteamericanos, la iniciativa pasa a los cristeros.
"En octubre, del 10 al 25 la prensa informa acerca de 78 combates sólo en Jalisco, 46 en los Altos, 7 en torno de Ameca, 16 alrededor de Autlán y 6 cerca de Tamazula. Este aumento marcado... que agravaba la situación se debía al hecho de que los cristeros, eficazmente unidos y trabajando de acuerdo, conservaban la ofensiva.
"En noviembre, los oficiales federales reconocían que la situación es muy difícil para sus tropas que se hallan constantemente a la defensiva y con frecuencia derrotadas, yen diciembre la prensa informaba acerca de 114
combates en cuatro semanas y la conquista de 5 plazas."
En octubre de ese mismo año de 1928, fue nombrado por la Liga como jefe supremo militar el general don Enrique Gorostieta Velarde, liberal cuyas ideas religiosas, políticas y patrióticas no coincidían con las de los Cristeros. Gorostieta se había distinguido combatiendo contra las hordas constitucionalistas y contra los yanquis en la defensa del puerto de Veracruz, y ascendido a general por méritos en campana. Al ser licenciado el Ejército Federal leal a Porfirio Díaz, Gorostieta no quiso prestar sus servicios a la Revolución, como muchos lo hicieron, sino que se dedicó a la vida privada. Hombre honrado, sentía aversión a los revolucionarios y simpatía por los Cristeros, y aunque fue contratado por un sueldo, pronto abrazó con entusiasmo la causa cristera. Los Cristeros llegaron a admirar al general y el general fue conquistado por los Cristeros, cuyas virtudes morales y militares admiraba.
A fines del año de 1928 y principios de 1929 estaba ya superada la etapa de los levantamientos espontáneos y de los combates de bravos jefes sin dirección de conjunto. El general Gorostieta estaba demostrando su capacidad como organizador y jefe supremo. Los generales subalternos combinaban sus operaciones; los jefes y la tropa manifestaban una insuperable capacidad combativa que superaba con creces la carencia de medios y paralelamente surgía un incipiente, pero eficaz, gobierno y administración civil.
Continuaba y aceleraba el general Gorostieta la organización de la Guardia Nacional, nombre con el cual se designaba al ejército cristero, y se preparaba para la nueva gran ofensiva de la tiranía, para la cual se reunieron y concentraron en el Oeste treinta unidades apoyadas por dos escuadrillas de aviación. Iniciada la gran ofensiva en enero de 1929, terminó al igual que las anteriores, en un completo fracaso. En febrero, la entrada en combate de nuevos regimientos y otros 22 aviones, y la dirección de las operaciones por Amaro, Secretario de la Guerra, no cambiaron el resultado.
"Cuando el general Figueroa entró Con 8 columnas en Los Altos para hacer una operación de limpieza en la región, los 5,000 cristeros se dispersaron y la federación golpeó en el vacío. 24 horas después de su paso, los regimientos se reformaron, y tomaron Poncitlán, Ayo el Chico y Pénjamo.
"A mediados de mes, el gobierno federal se vio obligado a disminuir en un 30 los salarios de los funcionarios para financiar la campaña. El saltó el tren presidencial, y el 16 los sabotajes causaban tres catástrofes ferroviarias cerca de Cuernaoaca, San Luis Potosí y Yurécuaro. Al día siguiente el tren saltaba de nuevo en la vía de Laredo. A fines de mes, Arandas, Atotonilco y San Miguel el Alto eran atacadas durante todo el día 25, y el gobierno llamó a tres unidades de Chiapas y Tabasco.
"El 20 de febrero, y después el 25, entraron los cristeros en Guadalajara, en la Colonia Moderna y en la Colonia Reforma... Por las noches estaban en los barrios populares (sector Libertad), en Zapopan y en San Pedro Tlaquepaque. Sus grupos de acción directa secuestraban a diario a políticos y a ricos burgueses para exigir rescate... Los camiones patrullaban de noche en la capital de Jalisco, y en todo el estado los rebeldes pasaron a la ofensiva. Los trenes son atacados sistemáticamente, el levantamiento se vuelve más serio... La actividad acrecentada descrita ya ha proseguido. El gobierno fusilaba a mansalva y ello de marzo envió tres unidades de la Capital de la República a Calima, y tres nuevos regimientos y un batallón a Los Altos."
Insatisfechas las bastardas ambiciones de algunos de los principales cabecillas revolucionarios por la imposición de Pascual Ortiz Rubio para suceder a Emilio Portes Gil, encabezados por Gonzalo Escobar iniciaron a principios de marzo de 1929 una rebelión que contó con buena parte de las fuerzas de la tiranía y se extendió por Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sinaloa, Durango y Veracruz.
Quisieron los rebeldes aprovechar y dar fin a la insurrección cristera incluyendo en su manifiesto, además del lema del sufragio efectivo, la libertad de conciencia, con lo cual pensaban que dicha insurrección ya no tenía "razón de seguir". Pero el general Gorostieta sabía que esos cabecillas revolucionarios eran hombres ambiciosos y sin escrúpulos, por lo cual con la condición de que se reconociera la libertad de conciencia y de enseñanza, y a la Guardia Nacional con todos los grados otorgados y por otorgar, de acuerdo con la Liga sólo se aceptó una alianza táctica con el propósito de obtener las tan necesarias municiones. Pero se ordenaba a los jefes cristeros conservar el grito de Viva Cristo Rey, no aceptar jamás un mando supremo escobarista, e "impedir que las fuerzas de la Guardia Nacional se mezclen con las fuerzas aliadas. Pues es fácil que pierdan los nuestros por contaminación la serie de virtudes militares que los han hecho invencibles".
Siendo Calles incondicional pelele de los Estados Unidos, a cuyos fines e intereses servía, la rebelión fue rápidamente condenada por los mismos, impidiendo que obtuviera toda clase de elementos de guerra, mientras Calles recibía también rápidamente, un decidido y abundante apoyo: 25 millones de dólares, armas y municiones y modernísimos aviones.
Viéndose sin el apoyo yanqui, traicionó Escobar a sus compañeros; no dio un solo cartucho a los Cristeros, saqueó los Bancos y se marchó a los Estados Unidos.
Vencida la rebelión en Veracruz, pudo Calles lanzar 35,000 hombres contra los rebeldes del Norte. La batalla decisiva se dio en Jiménez, y la victoria parecía iba a ser de los rebeldes, quienes ya habían causado a los callistas 4,000 bajas.
La intervención directa de la aviación yanqui que arrojó contra ellos toneladas de bombas de gases asfixiantes e incendiarias, inclinó la balanza y decidió la batalla a favor de la traidora tiranía.
José Vasconcelos, revolucionario de toda la vida, quiso también aprovechar para sus fines a la insurrección armada cristera.
Apoyado entre otros por el Partido Nacional ntirreeleccionista, de negra memoria, presentó su candidatura a la presidencia de la República declarando que venía a luchar por la libertad religiosa. Al principio de acuerdo con la rebelión escobarista, se apartó de ella diciendo que estaba empeñado en una lucha cívica. También tuvo Insatisfechas las bastardas ambiciones de algunos de los principales cabecillas revolucionarios por la imposición de Pascual Ortiz Rubio para suceder a Emilio Portes Gil, encabezados por Gonzalo Escobar iniciaron a principios de marzo de 1929 una rebelión que contó con buena parte de las fuerzas de la tiranía y se extendió por Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sinaloa, Durango y Veracruz.



No hay comentarios:

Publicar un comentario