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sábado, 12 de agosto de 2017

EL CORAZÓN ADMIRABLE DE LA MADRE DE DIOS

                                              


Pero añadiré aquí que es la fuente de tres vidas diferentes, que se encuentran en esta divina Madre; a saber: de la vida humana y natural de la que su cuerpo estaba viviendo mientras ella estaba sobre la tierra; de la vida espiritual y sobrenatural que su alma poseía entonces, y de la vida gloriosa y eterna de que su cuerpo y su alma gozaban en el cielo. Porque, como todo el mundo está de acuerdo en que el corazón es el principio de la vida del cuerpo, también es necesario confesar que es el origen de la vida del alma, tanto en la tierra como en el cielo, puesto que es la fuente del amor y de la Caridad, que son la verdadera vida de un alma cristiana en el tiempo y en la eternidad.
En segundo lugar, el Corazón de la Madre de Dios es el principio de la vida de un segundo mundo, que es infinitamente más admirable que el precedente. ¿Cuál es este mundo? Es el Hombre Dios, lleno de una inmensidad de rarezas y maravillas. Ahora bien, este Hombre-Dios, es el Hijo de María, y por consiguiente el Corazón de María es la fuente de su vida, porque, como se ha dicho en otra parte, el Corazón de la Madre no es menos el principio de la vida de su hijo que de la suya propia.
En tercer lugar, el Corazón de la Madre del Salvador es el origen de la vida de un tercer mundo, que está compuesto de todos los verdaderos hijos de Dios que están viviendo de la vida de la gracia en la tierra, y de la vida de la gloria en el cielo. Porque, después de Dios, tienen una y otra vida, de la Madre de Aquél que es su cabeza, y del cual ellos son sus miembros; y se los deben a su santísimo Corazón, el cual, por su profundísima humildad, por su pureza virginal y por su amor ardentísimo, la ha hecho digna de ser la Madre de Dios y de todos los hijos de Dios. San Juan Crisóstomo tiene mucha razón al decir que el Corazón de San Pablo es el corazón de todo el mundo; porque es por medio de este Corazón apostólico como el Espíritu de la verdadera vida se ha difundido sobre todas las cosas, y como ha sido dado a los miembros de Jesucristo (2). ¿Pero con cuánta más ventaja se puede y se debe decir esto del Corazón caritativo de la Reina de los Apóstoles? Sí, si, es el Corazón de todo el universal el Corazón del cielo y de la tierra, el Corazón de la Iglesia militante, doliente y triunfante; puesto que el Espíritu Santo nos hace cantar:"¡Oh todas las naciones que habéis sido rescatadas por la preciosa sangre de Jesús, regocijaos, alabadle a vuestro Redentor y a su gloriosa Madre! Estabais condenados a la muerte eterna, pero el Hijo de María os ha librado, y la Madre de Jesús os ha vuelto a dar la vida, y la vida eterna, dándoos su Hijo que es la vida esencial y la fuente de toda vida.
Oh Madre de vida, vuestro divino esposo, el Espíritu Santo, ha pronunciado una bella verdad, cuando ha dicho, por boca de uno de vuestros más señalados servidores, San Juan Damasceno, que sois el tesoro de la vida (3). Pero este elogio pertenece primera y principalmente a vuestro dignísimo Corazón. Porque es el tesoro de toda clase de vida.
Es el tesoro de la vida de un Hombre-Dios; es el tesoro de la vida de una Madre de Dios, de su vida corporal, de su vida espiritual, de su vida eterna; es el tesoro de la vida de los hijos de Dios, de la santidad de sus almas mientras están en la tierra, y de la vida bienaventurada de sus almas y de sus cuerpos cuando están en el cielo después de la resurrección. Oh, es muy verdadero que el sol, brillando e iluminando cuanto, es de luminoso y de bello, no es más que una sombra oscurísima del Corazón de la Reina del cielo; puesto que aquél es el principio solamente de una vida terrestre, animal y mortal, y ésta es la fuente de una vida celestial, divina e inmortal.
¡Oh bondadosísimo Corazón de mi Reina! ¡Oh mi amabilísimo Sol, qué bienaventurados son los corazones que os aman! ¡Qué bienaventurados son los espíritus que estudian vuestras excelencias, y bienaventuradas las lenguas que os predican y que os cantan! ¡Qué bienaventurados los ojos que os contemplan! Cuanto más os contemplan, más desean contemplaros y recibir más luz y más vigor para hacerlo. Es verdad, por tanto, que los hacéis ciegos, pero es para las cosas de la tierra y del mundo, para hacerlos más clarividentes en las cosas celestes y eternas.
El Corazón de María es el centro de
la tierra en donde Dios ha obrado
nuestra salvación *
La tercera representación del nobilísimo Corazón de la Reina del cielo, es la que se expresa en estas santas palabras: "Dios nuestro Rey ha obrado la salvación en medio de la tierra"'.
¿Cuál es esta tierra, y cuál es el centro de esta tierra? Veo muchas clases de tierras en las santas Escrituras, entre las que anoto dos principales: La primera es, la tierra que Dios ha hecho al principio del mundo, y que ha dado al primer * Hemos leído a San Juan Eudes, quien, antes, a través del simbolismo del Cielo, nos ha dado la doctrina de la inhabitación de Dios en el Corazón de María; después. a través del simbolismo del Sol, nos le ha presentado Como luz Y vida de las almas, Ahora, con ocasión de un texto escriturario, y tomando como simbolismo la Tierra, desarrolla Magníficamente toda la doctrina de la Corredención Mariana. Sin detenernos demasiado en el simbolismo, penetremos en su contenido dogmático: hombre y a sus hijos. La segunda, es la tierra que ha sido hecha por el nuevo hombre, Jesucristo Nuestro Señor, al cual se dirigen estas palabras: Señor, habéis bendecido vuestra tierra ( 2 ) .
§ 1. CENTRO DE NUESTRA REDENCIÓN
Esta es la tierra, en medio de la cual Dios ha obrado nuestra salvación. Pues San Jerónimo y San Bernardo aplican estas palabras a la bienaventurada Virgen (3). Mas observad atentamente, que el Espíritu Santo, que las ha pronunciado por boca del Real Profeta, no dice solamente que Dios ha obrado la salvación del universo en esta tierra, sino i n medio terrae, o, según otra versión, i n intimo terrae, " en el medio, en el Corazón, y en el seno de esta Virgen incomparable". Sí, en medio de esta buena tierra o, por mejor decir, en este bueno y buenísimo Corazón de María, Madre de Jesús, es donde la palabra increada y eterna, que sale del seno de Dios para venir a salvar a los hombres, ha sido recibida y conservada cuidadosamente; donde el trigo de los elegidos, ha sido sembrado abundantemente y donde ha producido fruto centuplicado y mil veces centuplicado. En el medio de esta
tierra santa, en esta buenísima María es donde primeramente fue sembrado y derramado este trigo adorable, ya que ella lo recibió en su Corazón antes de recibirlo en sus entrañas. Al instante se extendió por todo el universo, por el aliento poderoso de los predicadores apostólicos animados del Espíritu Santo y se multiplicó infinitamente en los corazones de los verdaderos cristianos.
De suerte que se puede decir con verdad que Jesús es el fruto, no sólo del vientre, sino del Corazón de María, corno también, que todos los fieles son los frutos de este mismo Corazón.
San Benito, en un sermón que dirigió a sus religiosos sobre el martirio de San Plácido y de sus santos compañeros, que eran sus hijos espirituales, les llama: el fruto de su corazón (4). ¿Cuánto más se puede decir que los verdaderos cristianos son el fruto del Corazón de su Divina Madre? Porque, así como la fe, la humildad, la pureza, el amor y la caridad de su Corazón la han hecho digna de ser Madre del Hijo de Dios; as! también estas mismas virtudes de su sagrado Corazón le han adquirido la cualidad de Madre de todos los hijos de Dios. Y as ¡como el Padre Eterno le ha dado poder, revistiéndole de su divina virtud por la cual El engendra a su hijo desde la eternidad en su seno adorable; poder, digo, de concebir este mismo Hijo en su Corazón y en su seno virginal: así también le ha dado poder al mismo tiempo, de formarle y hacerle nacer en los corazones
de los hijos de Adán, y hacerles de este modo miembros de Jesucristo, Hijos de Dios.

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