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martes, 30 de mayo de 2017

RUSIA Y LA EVOLUCION DEL MUNDO SEGUNDA PARTE



N. B. El 29 de agosto de 2016 se subió el primer discursos pronunciado por el actual presidente de Rusia, en el destacaba la importancia de Rusia ante el mundo y hacía hincapié en el patriotismo del pueblo ruso. En su segundo discurso habla del enfoque político mundial de Rusia donde alude a China como una nación con un futuro grande y con la cual es necesaria una alianza y Europa.  

En la segunda parte de su artículo sobre política exterior, Vladimir Putin pasa revista a la relaciones de Rusia con Asia y su nueva asociación con China, aborda la cuestión del escudo antimisiles estadounidense, la crisis en Europa y el proyecto de Unión Económica Euroasiática, la incorporación de Rusia a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el soft power ruso en el mundo. La visión que tiene Vladimir Putin de la política exterior, ya demostrada mediante la firme posición de Moscú en el Consejo de Seguridad de la ONU, tiene en cuenta los intereses rusos pero abre además el camino a los países que aspiran a emanciparse de la dominación imperial.

Nueva dimensión de la zona Asia-Pacífico

 

China, centro crucial de la economía mundial, es vecina de Rusia. Hoy en día están de moda las deliberaciones sobre su futuro papel en la economía mundial y los problemas internacionales. El año pasado, China alcanzó el segundo lugar mundial en términos de PIB y a corto plazo, según los expertos internacionales –sobre todo los estadounidenses–sobrepasará a Estados Unidos en ese índice. También va en aumento el poderío global de la República Popular China, incluyendo su aptitud para proyectar sus fuerzas en diversas regiones.

¿Qué actitud debe adoptar Rusia en el contexto del factor chino que gana importancia rápidamente?

En primer lugar, estoy convencido de que el crecimiento de la economía china no constituye una amenaza sino un desafío que implica un colosal potencial de cooperación en el campo de los negocios, así como una oportunidad de hinchar con el “viento chino” las “velas” de la economía rusa. Rusia debería ser más activa en cuanto al establecimiento de lazos de cooperación con China, conjugando los potenciales tecnológico e industrial de los dos países y aprovechando el potencial chino de forma inteligente a favor de la reactivación económica de la Siberia y del Extremo Oriente rusos.                                     


En segundo lugar, la política de China en el escenario mundial no proporciona pretextos que permitan acusar a Pekín de estar tratando de dominar el planeta. En efecto, la voz de China se oye cada vez más en el mundo, y Rusia se alegra de ello ya que Pekín comparte la visión rusa del orden mundial equilibrado que actualmente se gesta. Ambos países seguirán ayudándose mutuamente en la arena internacional, solucionando conjuntamente los agudos problemas existentes a escala regional y mundial y fortaleciendo la cooperación en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU, del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), de la Organización de Shangai (OCS), del G20 y de otros organismos multilaterales.

Finalmente, y en tercer lugar, Rusia ha resuelto todos los problemas políticos cruciales en sus relaciones con China, de los que el más importante era el litigio fronterizo. Se ha creado un mecanismo sólido y basado en documentos que implican compromisos de orden jurídico en el marco de las relaciones bilaterales. Ambos gobiernos han alcanzado un nivel de confianza sin precedentes en sus relaciones. Ello permite a Rusia y a China actuar con un auténtico espíritu de asociación basado en el pragmatismo y en el respeto de los intereses mutuos. El actual modelo de las relaciones entre China y Rusia parece extremadamente prometedor.

Lo anterior no implica que las relaciones entre Rusia y China estén exentas de problemas. A veces se producen fricciones. No siempre coinciden los intereses comerciales de ambos Estados en terceros países, Rusia no está enteramente satisfecha con la estructura de los intercambios comerciales y con el poco elevado nivel de inversiones mutuas. Rusia se prepara para vigilar de cerca los flujos migratorios provenientes de China.              


Sin embargo, mi idea fundamental es la siguiente: Rusia necesita una China próspera y estable, y tengo la convicción de que China necesita a su vez una Rusia fuerte y floreciente.

Otro gigante asiático, la India, también está mostrando un rápido crecimiento. Rusia y la India tradicionalmente mantienen relaciones de amistad que ambos gobiernos califican de asociación estratégica privilegiada.

Su fortalecimiento será beneficioso, tanto para nuestros dos países como para todo el sistema multipolar que se está gestando en el mundo. Estamos viendo no sólo el crecimiento de China y de la India sino el aumento del papel de toda la región Asia-Pacífico en su conjunto. En ese contexto, nuevas perspectivas de trabajo fructífero surgen en el marco de la presidencia rusa en el seno de la Cooperación Económica para la zona Asia-Pacífico (APEC). En septiembre de 2012, Rusia albergará la cumbre de la APEC en Vladivostok, donde está creando rápidamente una moderna infraestructura, lo cual contribuirá al desarrollo de la Siberia y del Extremo Oriente rusos y permitirá a Rusia incorporarse a los dinámicos procesos de integración en el seno de la “nueva Asia”.

Rusia concede y seguirá concediendo en el futuro una importancia prioritaria a las relaciones con sus asociados del grupo BRICS. Esta estructura inédita creada en 2006 es la demostración más espectacular del paso de un mundo unipolar a un orden mundial más equilibrado. El grupo reúne 5 países cuya población total se eleva a cerca de 3,000 millones de personas, países que cuentan con las más importantes economías emergentes, con gigantescos recursos naturales y con mano de obra y mercados internos de proporciones colosales. A raíz de la incorporación de Sudáfrica, el grupo BRICS ha adquirido una dimensión realmente mundial, y ya está generando más del 25% del PIB del planeta.                              


Los países miembros del grupo BRICS están tratando de acostumbrarse a trabajar juntos en el seno de esta estructura y de adaptarse los unos a los otros. Se trata, específicamente, de establecer una mejor coordinación en materia de política internacional y de cooperar más estrechamente en el seno de la ONU. Sin embargo, después de haber alcanzado su velocidad media, el BRICS, gracias a sus 5 miembros, ejercerá una influencia extremadamente perceptible en la economía y la política mundiales.

Durante estos últimos años, la diplomacia y el sector ruso de los negocios han comenzado a conceder mayor importancia al desarrollo de la cooperación con los países de Asia, Latinoamérica et África. Sigue existiendo en esas regiones una sincera simpatía hacia Rusia. Pienso que uno de los objetivos del próximo periodo será la intensificación de la cooperación comercial y económica entre Rusia y los países de esos continentes, así como la aplicación de proyectos conjuntos en sectores como la energía, infraestructura, las inversiones, la ciencia y la tecnología, la banca y el turismo.

El creciente papel de las regiones anteriormente mencionadas en el sistema democrático de gestión de la economía y de las finanzas mundiales se refleja en la actividad del G20. Pienso que ese grupo se convertirá próximamente en un instrumento estratégicamente importante, no sólo de gestión en periodo de crisis sino también de reformas a largo plazo de la arquitectura financiera y económica del planeta. Rusia presidirá el G20 en 2013. Es evidente que el país debería aprovechar su periodo como presidente del grupo para mejorar, entre otras cosas, la interacción entre el G20 y otras estructuras multilaterales, como el G8 y, por supuesto, la ONU.

 

El factor europeo

 

Rusia es parte integrante y orgánica de la Gran Europa, de la civilización europea en el más amplio sentido de la expresión. Los ciudadanos rusos se consideran europeos. Lejos estamos de ser indiferentes a la evolución de la Unión Europea.

Es por ello que Rusia está iniciando la transformación del espacio situado entre los océanos Atlántico y Pacífico en una entidad económica y humanitaria unificada que los expertos rusos califican de Unión de Europa y que fortalecerá más aún los medios y las posiciones de Rusia en el marco de su relación económica con la “nueva Asia”.

En el contexto del florecimiento de China, de la India y de otras economías emergentes, no nos dejan indiferentes los problemas financieros y económicos que sacuden Europa, que antes fue un oasis de estabilidad y de orden. La crisis de la eurozona forzosamente se repercute en Rusia, ante todo porque la Unión Europea es el mayor socio económico y comercial de nuestro país. Es evidente que la situación en Europa resulta ampliamente determinante para las perspectivas de desarrollo del sistema económico mundial en su conjunto.

Rusia se ha incorporado activamente a las medidas internacionales tendiente a respaldar las economías europeas que actualmente enfrentan dificultades y participa activamente en la toma de decisiones colectivas en el seno del Fondo Monetario Internacional (FMI). Rusia no excluye en principio la posibilidad de ofrecer, en ciertos casos, una ayuda financiera directa.

Estimo, sin embargo, que las inyecciones financieras provenientes del extranjero no pasan de ser una solución parcial. La solución integral del problema exige enérgicas medidas de orden sistémico. Los dirigentes europeos se encuentran ante la necesidad de aplicar importantes reformas que deben modificar a fondo varios mecanismos financieros y económicos destinados a garantizar una verdadera disciplina presupuestaria. Es interés de Rusia relacionarse con una Unión Europea fuerte, conforme a la visión de Alemania y de Francia, ya que desearíamos concretar el poderoso potencial de asociación entre Rusia y la UE.                                           


La interacción actual de Rusia con la Unión Europea no está, sin embargo, a la altura de los desafíos mundiales, ante todo en lo tocante al fortalecimiento de la competitividad de nuestro continente común. Nuevamente sugiero la realización de un esfuerzo tendiente a la creación de una comunidad armoniosa de economías entre Lisboa y Vladivostok. Se trata, a más largo plazo, de crear una zona de libre comercio, y de aplicar incluso mecanismos de integración económica aún más sofisticados. Eso nos permitiría disponer de un mercado común continental que ascendería a varios miles de millardos de euros [1 millardo = 1 000 millones]. ¿Puede alguien dudar esa sería una excelente idea y que ello correspondería a los intereses de rusos y europeos?

Una cooperación más estrecha en el sector de la energía, llegando a la creación de un complejo energético unificado de toda Europa, constituye otro tema digno de reflexión. Las importantes etapas tendientes a alcanzar ese objetivo son la construcción de los gasoductos North Stream del lado del mar Báltico y South Stream por el mar Negro. Ambos proyectos han gozado del respaldo de varios gobiernos y en ellos participan las más importantes empresas energéticas europeas. Cuando estos gasoductos estén totalmente en explotación, Europa dispondrá de un sistema de aprovisionamiento de gas confiable, flexible e independiente de los caprichos políticos de quien sea. Se trata de un problema que reviste especial importancia dada la decisión de varios países europeos de reducir o de renunciar totalmente a la energía nuclear.

Debo decir con toda franqueza que el Tercer Paquete Energético, cuyo cabildeo realizó la Comisión Europea y cuyo objetivo es sacar del mercado a las empresas rusas integradas, no contribuye al fortalecimiento de nuestras relaciones. Más aún, dada la creciente desestabilización de los demás proveedores de hidrocarburos no vinculados a Rusia, está exacerbando los riesgos sistémicos que amenazan el sector energético europeo y representa un obstáculo a las posibles inversiones en nuevos proyectos de infraestructura. Numerosos políticos europeos que se mantienen en contacto conmigo se muestran críticos hacia el paquete. La cuestión es tener el coraje de sacar ese obstáculo del camino que puede conducir a nuestra cooperación mutuamente beneficiosa.

Creo que una auténtica asociación entre Rusia y la Unión Europea es imposible sin la abolición de las barreras que obstaculizan los contactos humanos y económicos, ante todo la barrera del régimen de visas. La introducción de un régimen sin visas daría un potente impulso a una verdadera integración entre Rusia y la Unión Europea y permitiría ampliar los contactos culturales y de negocios, sobre todo entre las pequeñas y medianas empresas. La amenaza de un flujo hacia Europa de supuestos inmigrantes económicos provenientes de Rusia es esencialmente imaginaria.

Los rusos tienen la posibilidad de explotar sus habilidades profesionales en su propio país, y las posibilidades en ese aspecto van en aumento. En diciembre de 2011, Rusia se puso de acuerdo con la Unión Europea para elaborar medidas conjuntas tendientes a establecer un régimen sin visas. Esas medidas pueden y deben aplicarse sin vacilación. Es mi intención seguir dedicándome a ese problema de la manera más activa.                       


(Desde este discurso a la fecha la integración no se concreto dado que el conflicto de Ucrania y la anexión de Crimea por Rusia solo trajeron como consecuencia un alejamiento impresionante sin precedentes en la historia de estos países. Bien se sabe quien inicio todo este alboroto y vinieron las lamentables consecuencias que hasta hoy se han visto, la más importante a mi forma de ver fueron las sanciones de Estados Unidos y la comunidad Europea contra Rusia)

 

 

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