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jueves, 22 de diciembre de 2016

Una tercera guerra mundial con diversos frentes

Una tercera guerra mundial
con diversos frentes
(fin del artículo)

Se une a lo mencionado la presencia, cada día más numerosa de fuerzas takfiríes ligadas a Daesh, que ha fortalecido su posición en Afganistán con la creación del denominado Emirato de Jorasán, como una provincia de su artificioso y mediático califato. Según los planes anunciados  por los terroristas de Daesh, este Emirato se conforma con territorios afganos de Paquistán e incluso mencionan que la región oriental de la República Islámica de Irán es parte de sus objetivos, lo que ha determinado que el gobierno de Teherán incremente la vigilancia y control de su frontera con Afganistán con la eliminación resuelta de toda amenaza terrorista transfronteriza. No hay posibilidad alguna de aceptar presencia terrorista en la frontera de Irán han declarado sus autoridades, que se concreta con la realidad de un país que dentro del concierto regional de inestabilidad desarrolla su política soberana, independiente y en paz. No aceptar presencia terrorista implica combatirla y en ese papel Irán ha mostrado cómo hacerlo en su frontera como en el apoyo a la lucha de liberación en Siria e Irak.

La agonizante administración estadounidense y al OTAN, que como borrachos porfiados, ciegos y sordos frente a lo que se presenta ante sus sentidos se resisten a admitir, que ya nada tienen que hacer en las tierras que no han sido conquistadas por ningún ejército invasor a lo largo de dos mil años. La Guerra, en esas  condiciones, es el opio para el pueblo, tanto afgano como para el estadounidense e incluso para los Británicos, que han vuelto a enviar tropas al país asiático.  Uno porque lo paga con su sangre y los otros, principalmente con sus impuestos. Una Gran Bretaña decidida a impulsar su presencia tanto de Asia Central como en Oriente Medio a través de una política de apoyo activo de su Primera Ministra Theresa May a las Monarquías feudales del Golfo Pérsico, incrementando su presencia militar y estableciendo la Base Naval de Mina Salman en Bahréin adyacente a la estacionada V Flota de los Estados Unidos.

Una Theresa May que se ha unido al coro de los enemigos de Irán, que vislumbra a Teherán como una amenaza para Oriente Medio y Asia Central, sin hacer la mínima autocrítica al papel vergonzoso cumplido por Londres en la agresión contra Siria, Yemen, Irak, Afganistán, la complicidad con la entidad sionista contra el pueblo palestino. Una Gran Bretaña cómplice de los crímenes más deleznables que conozca la humanidad tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. La Sra. May, junto a Barack Obama, Angela Merkel, Francois Hollande, los gobiernos de España e  Italia representan la cara de la hipocresía, la doble moral en materia del respeto al derecho internacional. Violadores de los derechos humanos de millones de habitantes de la tierra en todos los confines donde sus ambiciones los llevan.

Un Theresa May que lo mismo defiende al sionismo de Netanyahu, que al wahabismo de la Casa al Saud, que mira para el otro lado cuando se habla de la agresión contra Siria, que se niega a criticar al gobierno estadounidense, en su papel de violador de los acuerdos nucleares del G5+1 con Irán y los compromisos asumidos. Theresa May cumple el papel que ha tenido su país desde el fin de la II SGM, un simple apéndice de las posturas bélicas de su primo estadounidense. Un simple peón a la hora de decidir su participación bélica en los distintos frente mundiales, aunque ello signifique poner en peligro la débil relación entre nuestras naciones y ver morir a millones de seres humanos, ya sea por intereses geoestratégicos, petroleros, gasíferos o simplemente mantener un papel de potencia venida a menos, que se desarrolla al amparo de las órdenes de Washington. A la hora de la dignidad miremos a Palestina, al Sahara occidental, a Siria, Irak, a Yemen, a Bahréin. Si el concepto es el de ignominia, servilismo e inmoralidad  el trofeo mayor lo llevan los gobiernos de Washington, Gran Bretaña, París, Berlín, Roma, Ankara, Tel Aviv, Amman, Riad,  entre otros.

FRENTE MAGREBÍ

Otra de las regiones donde los contenciosos están a la orden del día es es el Frente Magrebí, donde sobresale por la importancia regional y sus ramificaciones en materia de la participación de potencias extrarregionales  y temas de inmigración, la guerra de fragmentación en Libia. Un conflicto que no puede quedar fuera del ranking como parte de estos estallidos bélicos de corte global, donde tiene activa participación las fuerzas militares de Francia e Inglaterra, con el aval de la OTAN y la política militar del Leading From Behind de Washington. Impulsada desde la primera administración del pronto ex mandatario estadounidense Barack Obama, impulsado por la acción directa de la ex Secretaria de Estado y derrotada candidata presidencial, Hillary Clinton.

La consolidación de la base de operaciones del Movimiento extremista takfirí EIIL – Daesh en árabe – ha intensificado el aparente objetivo internacional occidental de acabar con una crisis Libia, que implica tener tres distintos gobiernos tras una intervención occidental que destrozó el país tras el derrocamiento y ajusticiamiento del ex líder libio Muamar Gadaffi. La crisis en Libia no tiene la pretensión de terminar o avanzar hacia la democracia representativa sino que balcanizar de tal forma al país que termine siendo despedazado y repartido sus despojos entre occidente y sus compañías transnacionales hidrocarburíferas. Aceptando el compartir el territorio con grupos takfirí,  que buscarán otros escenarios donde desarrollar su política criminal bajo el manto protector del wahabismo, el sionismo y la política hegemónica de occidente.


Al sur de este Frente Magrebí el panorama de guerras ofrece además  otros escenarios de conflictos de baja intensidad – guerras olvidadas en el análisis internacional - en países como Somalia, Eritrea, Darfur en Sudán, Guerra Civil en el Congo – que en 20 años ha generado cuatro millones de muertos -  la denominada Cuenca del Lago Chad que involucra a Nigeria, Níger, Chad y Camerún,  que se enfrentan desde hace un lustro a la fecha a la amenaza del grupo takfirí Boko Haram y sus propias contradicciones internas. Adicionemos a ello el irresuelto conflicto entre las aspiraciones de autodeterminación del pueblo saharaui en el Sáhara occidental, ocupado por la Monarquía Marroquí desde el año 1975 a la fecha y que ha implicado el destierro de la mitad de la población Saharaui, que malvive en campamentos de refugiados en la zona de la hamada argelina en Tindouf y la otra parte de la población que vive tras el muro construido por Marruecos en los territorios ocupados.

FRENTE LEJANO ORIENTE

Sostengo que el Mar Meridional de la China  es otro de los escenarios de confrontación, de enorme rivalidad entre las grandes potencias, principalmente entre China y Estados Unidos – y los países aliados de Washington -  en la medida que los gobiernos estadounidenses se oponen a las reivindicaciones territoriales de China, con relación a la disputa de las islas y peñascos denominados por China como Diaoyu y por Japón como Senkaku,  situados en un estratégico triángulo signado por el nordeste de Taiwán, el este de China y el sudoeste de Okinawa. Adicionemos la disputa por las islas Nansha, denominadas así por China y que Estados Unidos llama islas Spratly. Islas que China reconoce como suyas y por ello ha instalado un sistema de defensas y monitoreo por radar. El portavoz del Ministerio de Exteriores de China, Geng Shuang, el día viernes 16 de diciembre señaló que “las Nansha son territorio inherente de China y la construcción de instalaciones de China en su propio territorio es completamente normal” le guste o no  Japón y Estados Unidos.

Este contencioso muestra que la historia de desacuerdos entre China y Japón – con la presencia permanente de Estados Unidos - no se detiene y que los intereses geopolíticos, económicos y de intensificación del espíritu nacionalista de ambas naciones, son una peligrosa realidad. Únase a ello la presencia de objeticos geopolíticos de Estados Unidos y su irreductible política de alianzas con rivales tradicionales de China: Filipinas, Corea del Sur, Australia y Japón. La disputa en el Mar Meridional de la China representa un escenario de fuerte tensión, en una de las vías navegables con mayor tránsito del mundo, con riquezas en recursos pesqueros y reservas de gas y petróleo, que la convierte en una zona de conquista y muy posible escenario bélico en el breve plazo.

No olvidemos también un viejo conflicto que enfrenta a Rusia y Japón por el dominio de las islas Kuriles y que mantiene aún en discusión el tratado de paz del año 1956entre amabas naciones y que se ha puesto de nuevo en el tapete tras la visita del presidente ruso Vladimir Putin a Japón. Vista de Estado efectuada entre el 15 y el 16 de diciembre – con el enojo evidente de Washington que no ve con buenos ojos este acercamiento entre Tokio y Moscú al amparo de las políticas de sanciones que se tiene contra Rusia por parte del G7- La conversación entre Putin y el Primer Minstro Nipón, Shinzo Abe – quien catalogó de visita histórica la de Putin a su país - versó en el establecimiento de un acuerdo de paz y la resolución de la disputa territorial que ambos países mantienen desde hace décadas en torno a las islas Kuriles, de las cuales Japón reclama la soberanía sobre cuatro de ellas – que al paso de los años se manifiesta en al menos obtener la cesión de dos de estas islas -  Se consignó por medios internacionales,  que hasta el momento, Tokio afirmaba que solo discutiría un tratado de paz después de recibir todas las islas. Por su parte Moscú declaró que está  dispuesta a discutir el tratado pero sin condiciones previas.

Rusia y Japón no han firmado un tratado de paz en los 70 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial, debido a la disputa por cuatro pequeñas islas en el Pacífico, las llamadas islas Kuriles del Sur por Rusia, y Territorios del Norte por Japón. Sin embargo, ambos países acordaron comenzar consultas sobre posibles actividades económicas conjuntas en las citadas islas, tomadas por Rusia y reclamadas por Japón. Las dos partes coincidieron en que las actividades conjuntas se realizarán "bajo un marco especial", lo cual representará un paso importante hacia delante para alcanzar un tratado de paz entre los dos países, según un comunicado conjunto emitido tras el encuentro de los líderes de ambas naciones.

En un trabajo sobre el conflicto en la zona del Mar Meridional de la China, defendí la idea que una las razones principales que explican este conflicto – hasta ahora diplomático, político y algunas escaramuzas militares – que vemos tras las reivindicaciones tanto de China como de Japón, se encuentran y tienen como base como base la tercera Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982, UNCLOS, por sus siglas en inglés. Esto, pues para China, UNCLOS implica una serie de desequilibrios, que explican su percepción de estar sometido a un cerco geográfico, económico y militar inaceptable. UNCLOS signa un  estatus de “Zona Económica Exclusiva” (ZEE)  a las zonas marítimas situadas entre 370 y hasta 650 kilómetros alrededor del territorio insular de un país. Gracias a su soberanía sobre todo un rosario de islas, islotes y rocas del Pacífico  - Izu, Ogasawara, Okinotorishima, Minami -  situadas hasta casi 2.000 kilómetros de distancia de Tokio, Japón adquiere la soberanía de una enorme y rica zona económica dotada, no sólo de recursos pesqueros, sino hidrocarburíferos y de relevancia geopolítica.

Ello implica, por ejemplo, que Japón, con una superficie 25 veces más pequeña que China posea derechos de ZEE sobre 4.5 millones de kilómetros cuadrados, la novena mayor del mundo y China sólo 900 mil km2, ocupando el puesto número 31  entre Maldivas y Somalia. Para China, esta realidad implica constatarse encerrada “encajonada” según sus palabras, como resultante de la combinación de las zonas marítimas de Filipinas, Estados Unidos  - por su presencia dominante en Guam, Palau, Carolinas y otras islas del Pacífico -  además de Japón y Corea. Hablamos entonces, no sólo de un mapa económico, sino que principalmente geopolítico, donde la posesión de unos cuantos peñascos e islotes sin habitantes y que apenas se elevan sobre el mar, significan la posibilidad de salir del enclaustramiento.

Sea en Eurasia, en el Magreb, en el Lejano Oriente, en Asia central u Oriente Medio, el mundo se debate en una serie de conflictos que mantiene al menos a una tercera parte de sus países enfrascados en contiendas bélicas, agresiones, invasiones, apoyos a grupos terroristas y  disputas territoriales con el peligro de estallidos violentos. Un mundo que día a día está en pugnas, acompañadas de una lucha ideológica, mediática, donde lo que se presenta para una parte importante de la humanidad, a través de los ojos interesados de occidente y sus aliados es aquello que obedece a los interés económicos y políticos de Washington y sus aliados.

Por ello, a la par de esta Tercera Guerra Mundial que se disputa con vehemencia y resultados mortales para millones de seres humanos, el desplazamiento migratorio forzado de 65 millones de personas, la destrucción de países y su fragmentación, la destrucción de siglos de cultura, el expolio de su riquezas naturales, hay otra guerra que se libra a la par: una guerra comunicacional donde también existe un eje de la resistencia que da dura batalla a los poderes hegemónicos y monopólicos: Hispantv, Rusia Today, Telesur, Al Manar, Sana, Sputnik, Xinhua, junto a medios independientes en el seno de las sociedades occidentales,  que  sacan  a la luz aquello que no se muestra, que no quieren que se vea, aquellos hechos que visualizan el papel criminal de sus gobiernos, que muestran al mundo que las guerras no son por cuestiones religiosas, ni por la presencia de uno u otro dictador, sino que las guerras de agresión ocultan el objetivo de seguir hegemonizando al mundo bajo la guía de unos pocos.


Un objetivo miserable, así ello signifique la muerte de 470 mil sirios, un millón de iraquíes, el genocidio del pueblo palestino, la muerte de 10 mil yemeníes, el exilio forzado de 200 mil saharauis y la política de ocupación para otros 200 mil en sus territorios. Que ese afán de dominio implica sancionar, bloquear y castigar con medidas de todo índole a unos pocos por desarrollar soberanamente  sus  políticas nucleares pacíficas e independientes y mirar para el lado cuando los violadores del derecho internacional demuelen casas, asesinan jóvenes, construyen asentamientos ilegales en territorios ocupados, impiden el retorno de millones de refugiados y apelan a un victimismo hipócrita. La Tercera Guerra Mundial está en pleno desarrollo y en esta contienda no hay posibilidad de declararse neutral.

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