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martes, 20 de diciembre de 2016

Una tercera guerra mundial con diversos frentes

Una tercera guerra mundial
con diversos frentes
(primera parte)

Las agresiones contra Siria, Irak, Yemen y Libia, fundamentalmente, se han convertido en parte de los frentes más importantes de lo que es ya una realidad: la III Guerra Mundial.

Una Guerra de alcance planetario, que además presenta otras áreas de conflictos, como es el caso de la región del Donbás, que soporta una guerra de acciones militares y permanente tensión política y social desde abril del año 2014 principalmente en las regiones de Luganks y el Donetsk, autoproclamadas como Repúblicas Populares. Ello, tras los hechos que desencadenaron el derrocamiento del expresidente ucraniano Viktor Yanukovich en febrero del año 2014, a manos de los movimientos proeuropeistas e influenciado también por la decisión de los habitantes de la Península de Crimea de volver al seno de Rusia, uno de los factores esgrimidos, para sancionar a la Federación Rusa.

El otro conflicto de envergadura, pero este sin llegar aún al enfrentamiento armado, sino más bien con declaraciones y conductas que tienden a probar la paciencia del rival, es el que se tiene su campo de acción  en el Mar Meridional de la China, que a la luz de los últimos hechos – desplazamiento de fuerzas navales, instalación de armas en las territorios en disputa  e intensificación de ejercicios bélicos -  la pueden convertir del polvorín actual a una explosión de consecuencias catastróficas. Para Estados Unidos, las reclamaciones chinas son inaceptables y el Almirante Harry Harris, jefe del mando del Pacífico señaló que “no permitiremos que nadie, léase China, acabe con los dominios compartidos de modo unilateral, independiente de cuantas bases se construyan en las islas artificiales del Mar de China Meridional” EE.UU. ha denunciado recurrentemente las reclamaciones territoriales marítimas de China, mientras esta denuncia los intentos de Washington por dominar las aguas de la región.

Las conflagraciones a las que hago referencia involucran,  directa o indirectamente, cerca de 70 naciones – un tercio del total de países que conforman el planeta -  ya sea en la agrupación de Coaliciones lideradas por potencias occidentales  u otras que actúan en función de sus intereses regionales pero avaladas por Washington y la OTAN, como es el caso de las Monarquías, que encabezadas por la Casa al Saud agreden a Yemen, Baréin y apoyan financiera y militarmente a los grupos terroristas takfiríes – Daesh, Fath al-Sham, Ahrar al-Sham, Al-Qaeda, Boko Haram - que operan en Oriente Medio, el Magreb y Asia Central.  En esta consideración de Alianzas Militares, adquiere importancia el denominado Eje de la Resistencia – creado a partir del año 2006 - para enfrentar la agresión sionista contra El Líbano y que reunió en principio a Siria, el Movimiento Hezbolá, la República islámica de Irán y grupos palestinos. Sumando, posteriormente, a medida que el despertar islámico sacudía los cimientos de las sociedades árabes, a la República de Irak, al Movimiento Yemení Ansarolá y la participación como aliado estratégico de la Federación Rusa.

Sostengo, que si bien es cierto la defensa de Siria e Irak contra la agresión terrorista y los países occidentales junto a sus socios turcos, sionistas, saudíes y de las monarquías ribereñas del Golfo Pérsico, parecen ser el centro de la actual situación en Oriente Medio, el gobierno de Irán y sus líderes políticos y religiosos han dejado claro que la lucha del pueblo palestino por su autodeterminación es y seguirá siendo el Eje de la Resistencia y ello no es negociable. Esto, en un marco donde varios de los países árabes, que solían apoyar la causa palestina se han plegado a los objetivos de agresión de occidente, traicionando a sus propios pueblos, que ven en la resistencia palestina su propio esfuerzo personal de lucha contra los poderes monárquicos corruptos y un occidente que desprecia los valores y principios del Islam.

Si bien es cierto ese eje centrado en Palestina tiene su impronta innegable, la batalla por la soberanía siria y la reconquista de las regiones y ciudades de Alepo, Palmira y su lucha por el derecho a existir, a pesar de los intentos de fragmentación que Occidente, el terrorismo takfirí y países como Turquía, Arabia Saudí y la entidad sionista desean ver  concretada. Así, la toma de Alepo, la derrota de las bandas terroristas y con ello el apoyo wahabí, del sionismo y del imperialismo representa una noticia de importancia capital, de envergadura. Un símbolo de la resistencia contra los enemigos de los pueblos. La reconquista de Alepo es un paso gigantesco en el objetivo de liberar a Siria de todas las fuerzas terroristas y mercenarios que la han invadido desde marzo del año 2011. La liberación de Alepo permite hacer fracasar la política belicista de occidente y ver que es posible derrotar a un enemigo por muy poderosos y avalado parezca. En esa labor no hay tregua que valga, hay que destruirlos hasta el final.

FRENTE EUROASIÁTICO

Una de esas regiones “calientes” en el mapa mundial de conflictos, es el que denominaré el Frente Euroasiático,  que se vislumbra con la contienda entre el gobierno de Kiev con las fuerzas separatistas prorrusas de la región del Donbás en el sudeste ucraniano. Una guerra, que no sólo enfrenta al gobierno ultranacionalista de Kiev con las fuerzas populares de las regiones de Jarkov, Donetsk y Luganks, sino también, en el plano más global, a la Federación Rusa contra la Organización del Atlántico Norte – OTAN – en materias de acusaciones respecto a los apoyos brindados a sus aliados, ya sea de Kiev en el caso occidental o de las regiones separatistas en el caso de Moscú.

Ello ha  derivado en una fuerte tensión regional, acrecentada por la decisión de la OTAN de ampliar su acción, radio de influencia, los países adherentes a las fronteras con Rusia y el apoyo incondicional al gobierno de Petro Poroshenko. La situación en las regiones del sudeste ucraniano visualiza a un Estados Unidos avalando las incursiones militares del gobierno golpista de Kiev que busca, al mismo tiempo,  el apoyo europeo para consensuar una política de cerco contra el gobierno de Vladimir Putin. No en balde tanto Estados Unidos como la UE – brazo político de la OTAN – han prorrogado las sanciones contra Rusia en un claro acto de hostilidad el pasado jueves 15 de diciembre. Al mismo tiempo desarrollan ejercicios bélicos en la frontera con Rusia, trasladan sistemas de misiles, tropas y aviones.

Otra de las regiones que vive un conflicto ya crónico es Afganistán. Una guerra iniciada hace 15 años por Estados Unidos y sus socios más incondicionales – entre ellos la inefable Inglaterra del ex primer Ministro Tony Blair, David Cameron y una mujer que no le va en zaga en su sometimiento a Washington: la conservadora Theresa May – Una invasión iniciada con el pretexto de derrotar a las fuerzas del Talibán y capturar al líder del movimiento extremista Al-Qaeda, Osama Bin Laden, acusado de  los atentados del 11 de septiembre del año 2001. Un conflicto latente, que ha incrementado la presencia terrorista, el cultivo de la adormidera y la producción de heroína y un fracaso rotundo a las políticas guerreristas de occidente.



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