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viernes, 25 de noviembre de 2016

Ite Missa Est

25 DE NOVIEMBRE
SANTA CATALINA, VIRGEN Y MARTIR

Epístola – Eccli; XXXI, 1-8 Y 12.
Evangelio – San Mateo; XXV, 1-13

Santa Gertrudis sintió desde su infancia una devoción especial hacia Santa Catalina. Deseando un día conocer sus méritos, el Señor se la hizo ver en un trono tan encumbrado y magnífico, que, si no hubiese en el cielo reina mayor, la gloria de esta sola parecería bastar para llenarle; de su corona lanzaba maravillosos destellos hacia todos sus devotos  Francia iba a tener parte en la devoción que la gran mística benedictina profesaba a la virgen mártir. Desde el siglo xi, el monasterio benedictino de la Trinidad del Monte, de Ruán, se gloriaba de poseer ya reliquias de la santa; y muchos siglos adelante, apareciéndose a Juana de Arco en Dom rémy, la decidiría a liberar a Orleans, que se encontraba asediada, y en su iglesia de Fierbois, en Turena, la haría encontrar su espada victoriosa y, finalmente, en su prisión de Ruán la animaría a aceptar el padecimiento que salvaría a Francia. Los Cruzados de los siglos XII y XIII, al volver del Oriente, trajeron el culto de la mártir de Alejandría, cuya leyenda alcanzó rápidamente mucha popularidad. Para la protección de los peregrinos que iban a venerar su cuerpo al Sinaí, se fundó una Orden de Caballería. La tomaron por patrona los filósofos cristianos, los estudiantes, los oradores y procuradores; el decano de los abogados se preció del privilegio de llevar su bandera y las jóvenes se organizaron en gremio bajo de su protección. Pronto figuró entre los Santos auxiliadores, a título de prudente consejera, y muchas corporaciones la reclamaban por suya sin más razón que la experiencia que todos tenían de su poder universal para con Dios. Cuenta la leyenda que, puesta delante de los sabios de Egipto, los confundió con su elocuencia y con la sabiduría que había aprendido en las páginas del Evangelio. También los grandes maestros de la escolástica en la Edad Media, Alberto Magno, Tomás de Aquino, Buenaventura y sus numerosos discípulos pusieron a su amparo los estudios de filosofía y de teología; y Bossuet en muchos panegíricos célebres nos ha demostrado cómo usó Catalina de la ciencia, no para contento de su espíritu, sino para enderezar sus afectos a Dios; no para hacerse famosa, antes bien para hacer triunfar el Evangelio; no para adquirir bienes temporales, sino para ganar almas a Cristo. Tal es la lección que sigue dando no sólo a los estudiantes de las ciencias sagradas y profanas, sino también a todos los cristianos, enseñándoles con su sufrimiento y su martirio, que siempre es posible con la gracia de Dios triunfar de los placeres y de las vanidades de la tierra y que en escuchar la palabra de Cristo y ponerla en práctica, en eso consiste ser sabio de veras.

VIDA. — No puede ponerse en duda la existencia de Santa Catalina, pero no tenemos sobre su biografía ningún pormenor. A su leyenda le falta toda autoridad y su culto no entró en Occidente hasta el siglo XI. Con todo, la popularidad y el crédito de Catalina son grandes entre el pueblo cristiano: Roma la levantó cinco iglesias y tantos fieles invocan su patrocinio, que hay que ver en ello la expresión de la voluntad divina, que quiere conceder muchas gracias a su Iglesia por la Intercesión de la Virgen Mártir de Alejandría.


SUBIDA AL CIELO. — "Oh Dios, que diste la ley a Moisés en la cima del Monte Sinaí y que milagrosamente colocaste en él por manos de ángeles el cuerpo de tu santa virgen y mártir Catalina: haz, te lo suplicamos, que, por sus méritos e intercesión, podamos llegar al Monte que es el mismo Cristo." Tal es la oración que dirigimos al Señor en este día, cuando tantos fieles te aclaman en la Iglesia y piden t u protección. Toda nuestra vida es un continuo subir al cielo, hacia Cristo, que entró en él el día de la Ascensión y nos invita a seguirle y ajuntarnos con él. En este camino, a todos nos pueden detener ya los placeres falaces, ya la amenaza de las persecuciones, ya simplemente el temor al esfuerzo y a la tentación que debemos vencer. Tú supiste vencer el hechizo de los goces terrestres, el miedo a las amenazas, y el dolor de los suplicios con la sencillez y la firmeza de tu fe, con la sabiduría sobrenatural que el Espíritu Santo te infundió. Arrástrenos t u ejemplo y nos ayude a luchar y a vencer como tú. Nos cuenta la leyenda tus desposorios con el Niño Jesús: rasgo gracioso de que para tu honor se apoderaron los artistas y los poetas. Dentro de un mes adoraremos a Jesús-Niño en su cuna: viene a unirse a nuestras almas. ¡Ojalá estemos bastante purificados para procurarle en nuestros corazones el recibimiento que tiene derecho a esperar de nosotros!

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