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martes, 18 de octubre de 2016

ESCRITOS SUELTOS DEL LIC. Y MARTIR ANACLETO GONZALES FLORES, “EL MAISTRO”

CONTRA LOS TRES


Hemos dicho que los tres grandes enemigos de la Iglesia, en estos momentos en nuestro país son: el Protestantismo, la Masonería y la Revolución. Los tres han jurado guerra a muerte a la fe sagrada de nuestros padres; los tres han jurado matar al Catolicismo; los tres han jurado matar a la Iglesia de Dios y acabar con los católicos.

Los tres trabajan con una actividad incansable y con un programa de acción verdaderamente alarmante y bien organizado. Porque esos tres enemigos persiguen y baten al Catolicismo en todas partes, a todas horas y en todas las formas posibles. Y no exageramos. Esos tres enemigos nos combaten en las calles, en las plazas, en la prensa, en la escuela, en los talleres, en las fábricas, en los hogares. Hacen penetrar sus hojas sueltas a los rincones más olvidados. Sostienen constantemente su prensa. Protegen todas las formas de prostitución y las aprovechan. En fin: mantienen y alzan sus banderas y sus combates en todos los rumbos y en la totalidad de nuestra vida. Han generalizado la batalla de manera que en estos momentos lo han invadido todo y tienen desenvainada su espada y regados sus batallones en todas partes. Nosotros hasta ahora nos hemos limitado a combatir solamente en algunos baluartes y en algunos de los reductos que nos han dejado. Hemos combatido en el templo. Desde allí todos los días se hace sentir la guerra contra el mal. Hemos combatido en la prensa, pero tan pobremente, tan raquíticamente que puede decirse que no hemos combatido. No hemos combatido dentro de los talleres, ni de las fábricas, ni de los hogares, ni de la escuela, ni en la calle, ni en la plaza; nos hemos limitado a combatir dentro de nuestros templos. En tanto la batalla se ha generado y los ejércitos del mal lo han invadido todo. Y ha llegado el momento de generalizar la defensa de los derechos de Dios y de su Iglesia. ¿Cómo? La Unión Popular, que está presente en todas partes, en virtud de su estructura y de su organización y que combate en todas partes: en la prensa, en el taller, en la fábrica, en el hogar, en la escuela, en todos los lugares donde aparece una manifestación de vida individual y social, es la obra que generalizará el combate por Dios.

Si La Unión Popular no tuviera más cualidad ni más ventaja que generalizar la batalla en defensa de Dios y de su Iglesia, ya esto bastaría para que todo católico perteneciera a ella. Urge, por tanto, generalizar nuestra defensa. Urge que las banderas de Dios se desplieguen por todas partes, en todos los baluartes y en todos los reductos. Urge que el poder del pensamiento católico se generalice en forma de batalla y de defensa. Para esto bastas que todas las energías católicas pertenezcan a la La Unión Popular y secunden su programa, que va a extender la bandera inmensa de Dios sobre todos los campos de batalla.

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