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lunes, 17 de octubre de 2016

ESCRITOS SUELTOS DEL LIC. Y MARTIR ANACLETO GONZALES FLORES, “EL MAISTRO”

LA VIEJA ENFERMEDAD


Se ha hecho viejo entre nosotros, el que empecemos una hora con ferviente entusiasmo y que la abandonemos al día siguiente, sea solamente porque nos falta constancia o porque no hemos visto inmediatamente los resultados o sea también porque no se ha tenido, ni se tiene la fuerza de voluntad suficiente para no desmayar delante de las dificultades y contratiempos. Y esa enfermedad individual y social que no nos deja, ni nos ha dejado terminar nuestras empresas, explica suficientemente nuestra situación. Por esto lo primero que debe hacerse para que en lo sucesivo toda empresa católica destinada a la reconquista perdure, persevere y alcance un éxito completo, es combatir el antiguo cáncer de nuestra inconstancia y de nuestra volubilidad. Pues mientras no logremos extirpar ese mal será imposible para hagamos nada completo, ni nada serio. Más aún: no haremos otra cosa que desprestigiar las mismas obras o instituciones de que se echa mano para reconstruir el país. La Unión Popular es, como lo hemos dicho repetidas veces, el factor principal de que se han servido los alemanes para alcanzar el nivel de respeto y preponderancia que tienen en su Patria. Esto significa que esa obra tiene un alcance inmenso para poder organizarla, para forjar hombres, para moldear voluntades y para dar el éxito; pero entre nosotros, con todo y que algunos cuando menos, han logrado convencerse de que La Unión Popular es una magnifica organización, no sabemos más que empezar y a la vuelta de meses o de años todo ha quedado reducido a palabras, a desilusiones, a desaliento. Porque de nuevo nuestra vieja enfermedad nos hace retroceder y nos echa en brazos de la inercia y de la pereza. No solamente quedaremos colocados en la misma situación en que actualmente nos encontramos, sino que la misma institución acabará por desprestigiarse y por perder a los ojos de los demás toda su fuerza organizadora, todo su poder educativo y todo su empuje victorioso. Y ha llegado el momento de que ante todo nos esforcemos por desarraigar de lo íntimo de nuestra vida individual y colectiva la antigua enfermedad que ha hecho, que hará fracasar todas nuestras empresas. La Unión Popular, por su estructura, por sus estatutos, por su organización, es ante todo una escuela de esperanza, de optimismo, de aliento, de caracteres, de constancia, de firmeza y por esto cada socio y sobre todo cada jefe debe tener entendido que dado el primer paso no habrá que retroceder, no habrá que volver los ojos hacia atrás para medir lo andado, con ánimo de fatigar el espíritu ante los desastres sufridos, ante las derrotas padecidas o ante la persistencia de los obstáculos y las dificultades. Que cada día nos sorprenda con la mano sobre el arado, con la vista fija en el surco, con el brazo dispuesto a seguir adelante y con el ánimo de arrancar para siempre de nuestra alma individual y colectiva, la vieja enfermedad que siempre nos deja y nos ha dejado empezar, pero nunca nos deja ni nos ha dejado terminar. Y hoy es preciso terminar con el éxito en la mano prendido en el asta de nuestra bandera.

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