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jueves, 7 de abril de 2016

"Presencia de Satan en el Mundo Moderno"


Psicología de 
Satán 
continuación



Este texto ya ha sido citado más arriba, pero corresponde repetirlo aquí, para una visión de conjunto. La característica de estos demonios, que no son Satán mismo, parece, pues, ser la contradicción, porque alternativamente son amenazadores y rastreros, orgullosos y timoratos, siempre cínicos, groseros, ordinarios.

Los demonios en Jean Cassien y en nuestros días Hay una página que no podemos omitir en una descripción sumaria del mundo diabólico y es la consignada por Jean Cassien en sus Conferencias, sobre la parte del abate Serenus, uno de los maestros del desierto. Serenus habla de sus experiencias y de las de los otros Padres que se han enfrentado con el demonio."Existen, fuera de toda duda — escribe Cassien, según Serenus—en los espíritus impuros tantos gustos diversos como entre los hombres.Hay entre ellos, en efecto, los que el vulgo llama «los vagabundos » y que ante todo son seductores y bufones. Están constantemente en determinados lugares o sobre los caminos. Se divierten en engañar, mucho más que en atormentar, a quienes encuentran. Se contentan de cansarlos con sus burlas y sus ilusiones, sin tratar mucho de causarles daño. . . "Y largamente todavía el abate Serenus prosigue su enumeración de la cual sólo retendremos este rasgo principal: "Se divierten en engañar."Pero también se divierten en insultar, en amenazar, en dar miedo.



Practican, a su modo, con los seres que infestan, la "guerra fría", sin poder hacer mucho mal, porque Dios no se lo permite. Bajo este aspecto se nos apareció el demonio en sus infestaciones de Ars y de Lourdes. El Arpeo del cura de Ars no era peligroso, sin duda porque, según la frase de San Agustín citada más arriba, "ese perro está encadenado". Puede ladrar. ¡No muerde más que a aquellos que se le acercan demasiado! Un Boullan ha sido mordido cruelmente, un Léon Bloy, quizá también, pero fue por su propia culpa. Ni el cura de Ars, ni Bernadette tuvieron que sufrir excesivamente por las infestaciones diabólicas. Para el común de los mortales, el tentador tiene sin duda las características que acabamos de señalar: es astuto, falaz, obsesionante, por lo menos durante períodos, pero es impotente contra la fe: "Cui resistite fortes in fidel" (¡Resistidle, firmes en la fe!), nos recomienda San Pedro. ( Ver nuestro Jean Cassien, Ediciones de Fontenelle, 1946, tomo II, 139 y siguientes.)

El demonio frente a los exorcistas Para concluir este capítulo, nada mejor podríamos hacer que citar la carta siguiente, redactada por un eminente exorcista en actividad, el padre Berger-Bergés: "Me pregunta usted —nos escribió el 17 de febrero de 1959 —, cuál es la psicología de Satán, cuando está ahí, sometido a la acción de los exorcismos. Le contesto por intermedio de esta carta."Sea cual fuere la causa de la «posesión» — y existe sobre este punto, con frecuencia, un misterio insondable—. es necesario definir y sintetizar la psicología de Satán con las siguientes palabras: Orgullo, Desprecio por su víctima, Tenacidad.

"Orgullo que va a ser obligado a sufrir las humillaciones y los sufrimientos temibles que le impondrán los exorcismos del Ritual Romano. De ahí sus palabras o sus actitudes, alternativamente atemorizadas, insultantes o desconcertantes, que van a sucederse, desde el comienzo de los exorcismos; de ahí sus contorsiones violentas para intentar huir y que obligan a los testigos a atar al poseso o a dominarlo con brazos vigorosos; de ahí, cuando Satán es proyectado a tierra, retorciéndose, impotente, delante del tabernáculo, esas palabras de ira:"« ¿Yo no quería que vieran esto. . . ¡No quería que me vieran así!» "De ahí, esas reacciones blasfematorias y presuntuosas que le hacen exclamar: «¡A ti, Dios, no te temo!. . . ¡Yo soy el amo . . .¡Yo soy el amo del mundo!...» "Y cuando trata de romper la cruz que el sacerdote le pone sobre el pecho, es el orgullo lo que le hace declarar: «¡Jesús no lo doblegará!»


"Y Satán lo llamará con una risa diabólica que todos los exorcistas conocen bien: «¡El Títere, en la cruz!... ¡El Colgado en la cruz!. . .» Este odio religioso que suscita el orgullo contrarrestado por el poder del exorcismo — y la cosa es impresionante y digna de subrayar — se detiene impotente, ante la persona y el nombre de la Santísima Virgen, y Satán se verá obligado, muchas veces, a confesar textualmente:“« E L L A es la más poderosa!... ¡Nada puedo contra vos, poderosa Dama!... ¡A nada puedo llegar por causa de E L L A  . . . ¡Y me obligan a decirlo!...» Me obligan, ¡es decir, Dios! "Y jamás, jamás Satán insultará a la Santísima Virgen, pero no dejará de tratar de librarse del libro de los exorcismos, del Ritual que, me lo ha dicho más de una vez, le hace soportar un segundo infierno; del Ritual que tiene el sacerdote y que le quema a él las manos cuando de improviso lo agarra un segundo; y si pudiera, del mismo exorcista también a menos que Satán no se vea obligado a declarar con cólera:«Contigo no hay nada que hacer. . . Son los de allá arriba quienes te protegen. . . sin eso ¡hace mucho tiempo que te hubiera estrangulado!» "No le costará adivinar, querido monseñor — y sus lectores adivinarán también —, que todos estos detalles están consignados en mis expedientes, con precisiones perturbadoras, y aún más aplastantes, para Satán, que me ha gritado más de una vez: «¡Ah! ¡Tus papeles! ¡Si pudiera te arrojaría todo eso al fuego!. . .»"Le he dicho ya, monseñor, que al orgullo hay que añadir con respecto a la psicología de Satán, en el transcurso de los exorcismos, un desprecio odioso y brutal por su víctima. El origen de esta actitud frente al poseso, proviene de que Satán ve en este poseso un rival o un reemplazante en el Paraíso del cual, junto con sus ángeles, él ha sido definitivamente excluido. Y cuando el exorcista lo llama: EL MALDITO, este apodo produce sobre él una impresionante reacción de silencio y de trágica tristeza, que va a transformarse en odio y en violencia contra el poseso. "Es entonces cuando el exorcista y los testigos eventuales admitidos a asistir a estas escenas dolorosas y siempre impresionantes, ven al poseso rodar por tierra, retorcerse en sufrimientos violentos, en   el suelo, verse obligados a atajar los golpes que Satán aplica con una crueldad indignante y que obliga a veces a algunos testigos a huir de este espectáculo intolerable.


"Evidentemente, mientras dura esta crueldad de Satán, los exorcismos se suceden sin solución de continuidad, a veces durante dos horas, tres horas y hasta cuatro horas, creando al exorcista una actividad y una fatiga insospechadas; porque el sacerdote no cederá a Satán hasta que éste, vencido por la fuerza del Ritual que, poco a poco, lo domina y lo agota, se desploma repentinamente sobre la alfombra o el suelo, con la frente en tierra, y grita con voz jadeante palabras como las siguientes que parecen increíbles: "«;¡Basta!. . . ¡Basta!. . . ¡Piedad! . . . ¡Piedad!. .. ¡Hazme partir!...» "Bajo el poder vengador y dominador del exorcismo de la Iglesia, lo lógico sería ver a Satán pronto a capitular y a dar la señal de liberación del poseso. ¡Nos imaginamos que por fin este hombre o esta mujer están liberados! Y ahí es donde la creencia y la esperanza popular se desconciertan cuando se enteran que la posesión continúa y que Satán, tenaz, obliga a la Iglesia y al exorcista a nuevas e innumerables intervenciones. En este punto es donde cabe repetir la frase de la teología mística y demonológica, que conoce los caminos misteriosos de Dios: "«¿Quién conoce estos misterios insondables?»"En cuanto al que le escribe estas líneas, querido monseñor, y que, desde hace ya más de cinco años, sin tregua, sigue teniendo en la mano el Ritual Romano para hacer frente a Satán, no cesará de repetir a los poseídos, atormentados por la Bestia: «¡Confianza! ¡Soportad con firmeza! ¡Contad con la fuerza, quizá lenta, del exorcismo de la Iglesia! ¡Contad con la fuerza de la Santísima Virgen, victoriosa sobre Satán, y esperad la hora segura de Dios!» 

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