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lunes, 21 de diciembre de 2015

"Las cinco festividades del Niño Jesús por San Buenaventura"



Festividad 
Tercera.

Cómo el niño Jesús ha de ser nombrado espiritualmente del alma devota


1. En tercer lugar debemos considerar de qué manera este tan bendito bebé nacido espiritualmente, ha de ser nombrado. Y pienso que no podría recibir un nombre más apto que Jesús, pues está escrito: Será llamado Jesús[xiv]. Este es el nombre más sagrado, profetizado por los profetas, anunciado por el ángel, predicado por los apóstoles, deseado por todos los santos. ¡Oh nombre virtuoso, gracioso, gozoso, delicioso, glorioso! Virtuoso, porque vence a los enemigos, repara las fuerzas, renueva las almas. Gracioso, porque en él tenemos el fundamento de la fe, la firmeza de la esperanza, el aumento de la caridad, el complemento de la justicia. Gozoso, porque es “júbilo en el corazón, melodía en el oído, miel en la boca”, esplendor en el alma. Delicioso, porque “rumiado nutre, pronunciado deleita, invocado unge”[xv], escrito recrea, leído instruye. Nombre en verdad glorioso, porque dio la vista a los ciegos, el andar a los cojos, el oído a los sordos, la palabra a los mudos, la vida a los muertos. ¡Oh nombre bendito, que tan grandes efectos de virtud ostenta! ¡Oh alma, ya escribas, ya leas, ya enseñes, ya hagas cualquier otra cosa, nada te agrade, nada te deleite sino Jesús. Llama pues, a tu bebito, engendrado espiritualmente en ti, Jesús, es decir, salvador en el destierro y la miseria de esta vida; y que te salve de la superficialidad del mundo que lucha contra ti; de la falsedad del demonio que te corrompe; de la fragilidad de la carne que te atormenta.

2. Grita, alma devota, en medio de los tantos flagelos de esta vida: ¡Oh Jesús, Salvador del mundo, sálvanos, tú que por tu cruz y tu sangre nos redimiste; ayúdanos, Señor Dios nuestro!. Salva -diré-, dulcísimo Jesús, confortando al débil, consolando al afligido, ayudando al frágil, consolidando al que vacila.


3. ¡Oh, cuánta dulzura sintió muchas veces después de aquella bendita imposición del nombre la feliz madre natural y verdadera madre espiritual, María virgen, cuando percibió que en este nombre se expulsaban los demonios, se acumulaban los milagros, se iluminaban los ciegos, se sanaban los enfermos, se levantaban los muertos! Pues de la misma manera tú, alma que eres espiritualmente madre, con razón debes gozar y exultar cuando percibes en ti y en los otros que tu bendito Hijo Jesús pone en fuga a los demonios en la remisión de los pecados, ilumina a los ciegos en la infusión del verdadero conocimiento, levanta a los muertos en la colación de la gracia, cuida a los enfermos, sana a los cojos, endereza a los paralíticos y contrahechos en el robustecimiento espiritual, de manera que ya se vuelvan fuertes y viriles por la gracia los que antes eran débiles y frágiles por la culpa. ¡Oh, cuán feliz y bienaventurado el nombre que mereció tener tan grande poder y eficacia

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